El mal es una realidad que no pasa de largo ante ningún ser humano, aunque hay personas que prefieren cerrar los ojos para no ver el mal ajeno o alejar de sus mentes los males que amenazan su existencia. Sin embargo, el mal es una realidad que está presente en nuestras vidas y en nuestra sociedad. No debemos cerrar los ojos al mal, al sufrimiento o a la muerte, aunque no sean las únicas realidades de nuestras vida. De hacerlo, no podremos adentrarnos por el verdadero sentido de la vida. Estas realidades dolorosas cuestionan nuestro modo de vivir, relativizan los problemas y educan nuestros deseos y aspiraciones. Buscamos un acercamiento a esta realidad desde la práctica de Jesús y su experiencia de Dios.