A la hora de describir cualquier elemento artístico en un curso de Historia del Arte, la imagen, sin lugar a dudas es lo más importante. Pero, a ello, deberíamos añadir la presencia de la figura humana. Y me explico. 

Normalmente, hablamos de elementos arquitectónicos, de pinturas o esculturas, proyectamos imágenes y vídeo en nuestras clases hablando de sus dimensiones o sus medidas. Estos números son importantes a la hora de que el alumnado se haga una idea de las mismas, pero puede llegar a no concebir la dimensión real de la misma. 

Un profesor, del cual recibí clase hace muchos años, tenía la "manía" de aparecer en la mayoría de las diapositivas que nos proyectaba en clase (él o alguno de sus familiares). Esa manía no llegué a comprenderla en el momento. Pasados los años, y siendo yo el profesor, intento que en cualquier imagen que yo proyecto (ya no son diapositivas, la técnica ha mejorado) aparezca alguna figura humana (y siempre sin que se vea el rostro) para que puedan apreciar la dimensión real. 

Gracias a ello, los fríos números de la dimensión de la Gioconda, son más apreciables para unos alumnos, que conocen la obra maestra, pero que siempre terminan por exclamar: "yo me la imaginaba más grande" o "Vaya una cosa más pequeña"