Reflexión sobre las competencias clave

Manuel Sánchez
Área de coñecemento
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En el año 2007 llegó el nuevo currículo LOE, que había de comenzar su implantación durante el curso 2007/2008. Los y las que tuvimos a bien su lectura nos encontramos con un nuevo elemento en su configuración (estructura): las competencias básicas, con las que una parte del profesorado se topó en el copiar y pegar de las programaciones facilitadas por las editoriales.

Entendimos que las competencias no eran más que un nuevo elemento formal que añadir a nuestras programaciones didácticas, que ubicamos en una columna anexa a la tabla en la establecíamos las relaciones curriculares, procurando su, más o menos acertada, distribución en concordancia con los contenidos, objetivos y criterios de evaluación. Las competencias se adquirirían de forma natural, casi automática, en el transcurso del aprendizaje de los contenidos y como consecuencia de los mismos. No había porque hacer mayor análisis y mucho menos repensar las metodologías que hasta el momento veníamos utilizando en el aula.

No hubo reflexión en el claustro, ni en la comisión de coordinación pedagógica ni en los departamentos. Lo más parecido a un debate se produjo en la cafetería y la opinión mayoritaria era que esto de las competencias básicas provenía del mundo empresarial, que de la mano de la CEOE y del neoliberalismo económico y político reinante en la UE, planificaba un modelo educativo condicionado por estrategias orientadas a la eficiencia productiva y a la competitividad.

Tampoco las primeras pruebas de evaluación diagnóstica o PISA y el rebumbio mediático que las acompañaba trajeron la necesaria reflexión. Suscitaron en el centro algún que otro malestar y un mínimo debate en los órganos de coordinación, centrado en su conveniencia y utilidad pero, con la única consecuencia e intención de proporcionar al alumnado adiestramiento y la debida motivación para futuras convocatorias.

Pero sí que se estaban a producir cambios. Estos llegaban a través del uso de las nuevas tecnologías. Los proyectores multimedia, las pdi, los ordenadores y la conexión a la red se acomodaron en las aulas condicionando los flujos de la información, así como las maneras de exponerla, manejarla y compartirla.

Las TIC introdujeron nuevas dinámicas en los procesos de enseñanza-aprendizaje aunque, de nuevo, no se acompañaron de la necesaria reflexión sobre a qué cambios metodológicos contribuyen o para qué cambios y de qué forma deberían ser implementadas.

El proyecto COMBAS nos trajo a algunos centros y a unos cuantos docentes la reflexión que la LOE no había logrado suscitar. Lamentablemente esta formación, en nuestra Comunidad (Galicia), llegó a pocos centros de primaria y a muchos menos de secundaria, perdiéndose así otra oportunidad de anticipar un cambio legislativo que, de nuevo, intentará establecer por ley profundos cambios metodológicos, sustrayéndose el debate y el análisis previos en los claustros, de su conveniencia y sus consecuencias para la mejora de los aprendizajes de nuestro alumnado.

Comprendimos que las competencias básicas no eran solamente un anexo en nuestras programaciones, sino el núcleo de las mismas, integrando conocimientos, destrezas y actitudes. Que la metodología competencial exigía diseñar tareas que movilizasen modos de pensamiento complejos entorno a un producto social relevante y motivador para los alumnos y alumnas. Nos obligó a una lectura pausada y atenta de los currículos y a planificar unidades didácticas integradas e integradoras, estructuradas en diferentes niveles de complejidad y que favoreciesen la diversidad, la autonomía y la colaboración.

Actualmente nos encontramos en proceso de implantación de la LOMCE, en la educación primaria durante el presente curso y en la secundaria para el próximo, y algunas cuestiones nos han resultado especialmente llamativas: lo explícitamente que se expone la metodología competencial y su justificación en la búsqueda de un modelo educativo que contribuya al ejercicio de la ciudadanía activa en la sociedad de la información, y en aras de la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos europeos. La persistencia en separar las competencias, ahora denominadas clave, de otros elementos del currículo en vez de ser elemento integrador de todos ellos; la concreción de los criterios de evaluación en los estándares de aprendizaje, su número y consecuencias, centrando, probablemente, la atención y esfuerzo del profesorado en la evaluación y preparación de las revalidas, con el peligro que esto supone de desviar su atención de los procesos de cambio metodológico que la ley, en consonancia con las recomendaciones de UE, establece como prioritario.

Manuel Sánchez Rodríguez