Reflexiones sobre el origen internacional del paradigma de las Competencias Clave de la Unión Europea.

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     Después de leer el interesante artículo “Competencias clave como tendencia de la política educativa supranacional de la Unión Europea” de los profesores Javier Valle y Jesús Manso, se me ocurren varias consideraciones.

     En primer lugar, parece que han tenido que venir los nuevos pedagogos para decirnos que la formación que se da a los educandos debe ser prepararles, para que en un futuro próximo, entren en el mercado laboral; esto choca frontalmente con mi percepción, pues siempre he creído que la formación que yo recibía (empecé el colegio con la Ley General de Educación de 1970, hice la secundaria con la LODE de 1985 y los estudios superiores con la LOGSE de 1990), estaba encaminada a prepararme para el futuro; evidentemente, en aquella época no teníamos ni una tablet ni un ordenador portátil cada alumno, la forma en que nuestros profesores daban clase difería mucho de las clases que se imparten actualmente, pero, recuerdo perfectamente, que los profesores que tenía (los buenos, claro), insistían en que debíamos prepararnos para ser capaces de asimilar los cambios que se iban a producir y nos inculcaban la necesidad de estudiar y formarnos incluso cuando termináramos nuestros estudios, desconocían el término lifelong learning, pienso incluso que ninguno de ellos hubiera alcanzado el nivel A2 de inglés, ahora bien, supieron proporcionarnos las herramientas necesarias para afrontar el futuro con ciertas garantías de éxito.

     En segundo lugar, como profesor de Formación Profesional desde el año 2000, he aplicado la LOCE de 2002, la LOE de 2006 y la LOMCE de 2013; en todos estos textos legales subyacen las dos ideas fundamentales del artículo de referencia, es decir, la necesidad de un aprendizaje permanente y el ser competente. El hecho de estar en contacto continuo con profesionales y empresarios del sector me hace ver día a día, la necesidad imperiosa de enseñar a mis alumnos estos dos conceptos.

     Por último, como país miembro de la Unión Europea, todos los ciudadanos debemos adoptar las normas que emanen de sus instituciones, particularmente, por ser las que más nos atañe en nuestra profesión, las referidas a la EDUCACIÓN.

     Lo que no me parece bien, y aquí coincido con los autores del artículo, es que después de la conceptualización de las ocho competencias clave de la Unión Europea en el año 2004, aquí en España queramos ser más papistas que el Papa y modifiquemos algunas de ellas, incluso en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha le han añadido una nueva competencia: la competencia emocional. Bajo mi punto de vista, no tiene ningún sentido que la Unión Europea publique un manual práctico y divulgativo sobre las competencias clave y éste no se pueda aplicar porque no coincide con lo que tenemos que trabajar en el aula con los alumnos.

     Finalmente, pensando sobre mi forma de trabajar en clase, creo que puedo mejorar la forma de afrontar los temas a tratar, sobre todo dando más protagonismo a los alumnos y utilizando aún más las nuevas tecnologías. Lo que considero más difícil del cambio que experimentaré será la forma de evaluar al alumnado; Por eso estoy haciendo este curso, porque, lamentablemente, al final del trimestre y al final del curso escolar los profesores tenemos que escribir un número de 0 a 10 que refleje lo que a nuestro entender ha aprendido el alumno.

José Ángel Tinajero Martínez