Reflexionando sobre las competencias clave

Juana Rodríguez
Àrea de coneixement
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Una sociedad globalizada como la nuestra plantea una complejidad a todos los niveles, la educación no escapa a esta nueva situación. Por ello se demandan cambios en los planteamientos educativos que se desarrollarán para llevar a cabo una educación integradora y que cree ciudadanos capaces de desenvolverse en una sociedad globalizada, multicultural y mediatizada por el vertiginoso avance de la las nuevas tecnologías y las ingentes informaciones que de ellas se derivan. Todo ello no debe dejar de lado aspectos tan importantes como la búsqueda de la eficiencia, la aspiración a la calidad y el desafío de la equidad.

 

A toda esta complejidad educativa y social intenta dar respuestas la creación terminológica de las competencias clave. Término procedente del ámbito empresarial y laboral y que en las últimas décadas del siglo XX y primeras del XXI ha intentado aplicarse al ámbito educativo.

 

Ligado al concepto de competencias clave encontramos el de aprendizaje permanente y es lógico que aparezca, puesto que no se entiende la existencia del uno sin el otro. El aprendizaje permanente es necesario en la sociedad globalizada que nos rodea, los individuos deben estar en contacto con el mundo del aprendizaje, una sociedad cambiante necesita de una ciudadanía en continua formación, con necesidad de aprender y de adaptarse a las modificaciones que la sociedad sufre. De esta forma los individuos podrán insertarse en un mundo laboral cambiante y que demanda de formación, adaptación y preparación para las posibles modificaciones que este sufra.

 

Creemos que la escuela es el ámbito donde debe desarrollarse este cambio, por ello la Unión Europea propone unas estrategias comunes para todos los Estados miembros y que deben integrarse en los distintos sistemas educativos. Este intento por parte de la Unión Europea presenta unas líneas de actuación que los Estados miembros debía seguir para desarrollar una educación y formación para vivir en la sociedad del conocimiento. Es por ello que ve la necesidad de implantación de un aprendizaje basado en competencias y que conllevarán, como hemos señalado más arriba la consecución de un aprendizaje permanente, puesto que se entienden estas competencias como las “llaves maestras” que permitirán la adquisición de futuros aprendizajes.

 

Las competencias deberán incluir conocimientos, habilidades y actitudes que sirvan al alumnado tanto para promover el trabajo colaborativo, como la participación y la implicación de los alumnos en su aprendizaje y el trabajo con las familias, las comunidades y grupos de interés más allá de la aulas. Las competencias desarrollarán al ciudadano para ser capaz de desenvolverse en la sociedad y que ofrezcan la capacidad de una aplicación práctica de lo se sabe en la resolución de problemas en situaciones de la vida real, porque integran conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes… puestas al servicio de la resolución eficaz de una situación problemática.

 

Las ocho competencias clave establecidas por la Unión Europea suponen tres áreas de realización para el alumnado: personal, social y profesional y que, como ya hemos dicho anteriormente, se convierten en la clave de la formación de los ciudadanos para que pueda seguir aprendiendo.

Todas estas reflexiones no se pueden llevar a cabo si realmente no implicamos a todos los sectores del ámbito educativo, políticos y técnicos que elaboran las reformas educativas, docentes, equipos directivos y padres y alumnos. Todos ellos deben estar implicados y deben participar activamente en la consecución de dichas competencias. En concreto, la actual Ley en materia de Educación -LOMCE-, no debe perder la oportunidad de realizar una reflexión profunda en relación con la organización y el diseño general del sistema educativo basado en el aprendizaje por competencias. No todo consiste en plasmar en una ley lo que hay que hacer, sino hacerlo.

 

Las reflexiones que hemos realizado serían factibles si realmente se planteara una formación adecuada del profesorado, basado menos en la teoría y centrado en la práctica efectiva de algunos docentes. No podemos seguir, por exigencias burocráticas, dejando de lado lo verdaderamente importante que es la formación para una nueva sociedad.

 

Es difícil adaptarse a los cambios propuestos por la Unión Europea cuando los cambios legislativos en nuestro país no llegan a asentarse y no permiten que el profesorado ponga en práctica efectiva las modificaciones pedagógicas. Por otro lado estos cambios deberían realizarse de manera coordinada por todos los estamentos educativos y no permitir que la autonomía de los centros y las Comunidades Autónomas se conviertan en remiendos educativos.