Si preguntaramos a cualquier docente si le gustaría tener en el aula un recurso que le permita a los alumnos trabajar y buscar información, motivador, que nos permita formarles en las nuevas tecnologías. Seguramente nos diría que sí, pero esos recursos son caros, probablemente los alumnos no sabrían usarlo...

Pues bien contamos con ese recurso, no uno, sino que en todas nuestras aulas (institutos) cada uno de los alumnos cuenta con él. ¡Qué lujo!, pues no, les prohibimos su uso porque les puede distraer, porque no atienden...

¿Tiene esto alguna lógica? Claro, en todas nuestras aulas estos dispositivos suponen realmente una constante distracción porque nuestros alumnos consultan a escondidas whatsapp, facebook...

¿Lo mejor es renunciar? De ninguna manera. Trabajamos en centros educativos, donde debemos enseñarles geografía, matemáticas, lengua, etc. Pero también a comportarse en la sociedad; una sociedad que tiene un serio problema con el uso de aparatos electrónicos de forma abusiva y que hace que muchas personas tiendan a aislarse.

¿Entonces qué hacemos? Educarlos en un uso responsable, no solo de los aparatos sino también de sus múltiples funciones. Por ejemplo, si estamos en una clase de lengua y necesitamos un diccionario ¿Por qué no utilizar el smartphone? Es posible que aprovechen para consultar el whatsapp, pero precisamente aprender que se puede usar el móvil para trabajar en clase, pero no para cuestiones personales me parece un aprendizaje muy importante. Por otra parte todos sabemos que no es difícil ver que alumnos están trabajando realmente y cuales no.

Por todo esto, creo que no debemos renunciar al uso de dispositivos móviles en el aula con todos los recursos que ello supone, sino que debemos aprovechar no solo esas posibilidades y al mismo tiempo educar en su uso responsable.