Hace un tiempo, mientras preparaba las oposiciones al cuerpo de subinspectores de la Agencia Tributaria, una profesora de la especialidad de Economía siempre nos proponía  materia a estudiar por nuestra cuenta en casa.  Luego la trabajábamos en el aula aplicando todos los conocimientos adquiridos de manera particular.  El resto del profesorado aplicaba el método tradicional de impartir una clase magistral para luego nosotros poner en práctica lo que nos habían explicado, haciendo ejercicios, repasando la teoría, etc.

La edad del alumnado era muy variada, es decir, te encontrabas con gente recién licenciada, con gente que quería preparar la oposición por promoción interna y a gente como yo que ocupábamos otros puestos de trabajo que eran totalmente ajenos al puesto de trabajo al que queríamos aspirar.  Con esto quiero decir que era mucha la variedad de personas en ese aula y era la clase que peor llegaba al alumnado, no era la peor clase sino la que más contradicciones producía debido a la poca experiencia de los alumnos y alumnas a la hora ser receptores de este tipo de clases.

Creo que es necesario ser más tolerantes con las innovaciones y tratar de recibir lo nuevo con los brazos abiertos,  porque lo que no funciona siempre podrá ser desechado a tiempo pero no se pierde la oportunidad de comprobar los valores positivos que aporta.