Origen internacional del paradigma de las competencias clave

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Contexto educativo
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El origen de las competencias clave, se enmarca en el informe “La Educación  Encierra Un Tesoro de la Comisión Internacional sobre la educación para el S.XXI de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), o “Informe Delors” (debido al Presidente de dicha Comisión) como el punto de partida.

Este informe ve la luz en 1996, y considera que existen 4 pilares para la educación:

  • Aprender a conocer.
  • Aprender a hacer
  • Aprender a ser
  • Aprender a convivir juntos.

Como consecuencia de este Informe, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) lanza el Programa para la Evaluación  Internacional de los Estudiantes, más conocido como PISA. Para la realización de este Programa de Evaluación, se plantean qué medir y cómo. Estas dudas se resuelven por medio del Proyecto DeSeCo (Definición y Selección de Competencias) que desde 1999 promueve el uso de las Competencias Clave.

En Europa, ese mismo año los Ministros de Educación firman el Proceso o Declaración de Bolonia, que pretendía unificar criterios educativos, y así permitir el intercambio de estudiantes y titulados. Consecuencia de este Proceso fue la creación del Espacio Europeo de Educación Superior. Y aunque este suceso se restringía a los estudios Universitarios, las consecuencias se trasladaron también a los estudios básicos.

En 2003, la Comisión de las Comunidades Europeas emite una Comunicación que marca la directriz de Europa en materia educativa. Esta comunicación se denominóEducación y formación 2010 ”. Refiere que “cerca del 20% de los jóvenes no adquieren las competencias claves”, y apuntaba que “las personas deben alcanzar una base mínima de competencias para poder aprender, trabajar y realizarse en la sociedad y la economía del conocimiento”. Así, estas competencias eran de 2 tipos:

  • Tradicionales: lectura, escritura y cálculo
  • Recientes: lengua extranjera, el espíritu empresarial, las competencias personales y cívicas y las competencias en nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Varios Comités, Tratados, Consejos, etc. se pusieron en marcha, y fueron perfilando las Competencias Clave a nivel Europeo. De relevancia fundamental es el Anexo “competencias Básicas para el Aprendizaje Permanente- Un  Marco de Referencia Europeo de la Propuesta de Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo Sobre las competencias claves para el aprendizaje permanente de 2005, que define las competencias clave como “una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes adecuadas al contexto”, concretamente “aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personales, así como la ciudadanía activa, la inclusión

 

social y el empleo”. Estas competencias claves deben “prepararlos para la vida adulta y deben seguir desarrollándose, manteniéndolas y poniéndolas al día en el contexto del aprendizaje permanente”. Determina, además, cuales son estas competencias claves, y las clasifica en 8 apartados.

Finalmente, la Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de diciembre de 2006 sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente, que retoca las competencias claves. Estas son las que se consideran actualmente, y son:

  • comunicación de la lengua materna
  • comunicación en lenguas extranjeras
  • competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología
  • competencia digital
  • aprender a aprender
  • competencias sociales y cívicas
  • sentido de la iniciativa y espíritu de empresa
  • conciencia y expresión culturales.

Las competencias clave introducen cambios importantes en la labor docente desde una doble vertiente: metodología y evaluación.

1.- La adquisición de las competencias clave no es exclusiva de un área de conocimiento determinada sino que afecta al aprendizaje en general y al desarrollo personal y social, por lo que puede trabajarse en todas las áreas. Para ello se precisa una metodología activa, reflexiva y participativa que fomente la autocrítica y el desarrollo de la capacidad de superación del alumnado. Desarrollar una competencia supone realizar un aprendizaje para la vida, para dar respuesta a situaciones no previstas en la escuela, así como emplear las estrategias necesarias para transferir los conocimientos (procedimentales, actitudinales y conceptuales) utilizados en la resolución de una situación a otras situaciones o problemas diferentes. Parece, por tanto, que el desarrollo de competencias necesita un aprendizaje de tipo activo, que prepare al alumnado para saber ser, para saber hacer y para saber aplicar el conocimiento. La metodología de la enseñanza se orientará al desarrollo general del alumno, integrando sus distintas experiencias y aprendizajes, y que la enseñanza tendrá un carácter personal y se adaptará a los distintos tipos de aprendizaje de cada niño. La metodología didáctica se adaptará a las características del alumnado que favorecerá su capacidad para aprender por sí mismo y para trabajar en equipo. El punto de partida es el nivel de desarrollo de cada alumno y se han de tener en cuenta sus aptitudes cognitivas (correspondientes a su etapa de desarrollo) y los conceptos que ya ha asimilado. Para potenciar el aprendizaje activo es interesante y deseable la utilización y desarrollo de diferentes modos de actuación en el aula: tareas, centros de interés, proyectos... Cualquiera de estos modelos didácticos tiene

 

consecuencias en todas y cada una de las variables metodológicas: gestión del tiempo, organización del aula, materiales didácticos, evaluación, interacciones que se establecen...

2.- La evaluación debe ser el motor del aprendizaje y es inseparable de los procesos de enseñanza y aprendizaje ya que aprender conlleva detectar problemas, superar obstáculos, reconocer errores y rectificarlos.

¿Quién evalúa? Normalmente, la evaluación está en manos del profesorado que como único certificador del aprendizaje realiza la evaluación sumativa al final del proceso. También el profesorado tiene la responsabilidad de plantear actividades de evaluación inicial, procesual... Sin embargo, desde un planteamiento que busca el desarrollo de las competencias básicas del alumnado y un aprendizaje para la vida, el alumno y la alumna se convierten en agentes evaluadores decisivos.

¿Qué evaluar? Para evaluar las competencias, como para evaluar cualquier aprendizaje, es necesario disponer de alguna fuente de información y algunos criterios de evaluación. En el ámbito educativo las fuentes de información deberán ser variadas, prestando una especial atención a las tareas. Las competencias cave se evalúan a través de las tareas realizadas, utilizando diferentes fuentes de información (trabajos del alumnado, exámenes, observaciones en el aula, entrevistas, etc.), y aplicando los criterios de evaluación más adecuados para el nivel educativo en que se encuentra el alumnado. En este sentido, evaluar competencias conlleva evaluar procesos en la resolución de situaciones-problema. Por lo tanto, el punto de partida de la evaluación deben ser tareas más o menos reales que simulen de alguna manera las que se pueden dar en la realidad. Hay que proponer tareas en las que se trabajen los contenidos tanto procedimentales, actitudinales como conceptuales más adecuados para desarrollar las competencias clave y establecer indicadores de logro. A través de los criterios de evaluación y estándares de aprendizaje se establece el grado de consecución de los objetivos y por lo tanto de las competencias a las que éstos se refieren.

¿Cómo evaluar? Al evaluar en torno a competencias se intenta reconocer la capacidad que el alumnado ha desarrollado para dar respuesta a situaciones más o menos reales. Esto nos sitúa dentro de una actividad compleja que aparecerá en diferentes momentos del proceso de enseñanza-aprendizaje, en la que intervendrán diferentes agentes evaluadores, y en la que será necesario diversificar los instrumentos de evaluación. Los instrumentos de evaluación son los medios que el profesorado y también el alumnado utiliza para obtener datos sobre el desarrollo del proceso de aprendizaje. La elección y utilización de un determinado instrumento depende fundamentalmente de los objetivos perseguidos, como pueden ser por ejemplo: registro anecdótico, observación, cuestionarios/encuestas, entrevista, diario de clase, cuaderno del alumno,

 

examen escrito o prueba objetiva, examen oral... Una evaluación centrada en el desarrollo de las competencias no puede darse únicamente al final, sino que debe estar presente en todas las fases del proceso. Deben plantearse actividades para la evaluación inicial que sirvan para establecer los conocimientos previos, (referidos al saber, saber ser y saber hacer) y para establecer el estado inicial de cada estudiante y así adaptar la planificación prevista. Asimismo, deben plantearse actividades que identifiquen las dificultades y progresos de cada estudiante para adaptar el proceso, es decir, realizar una evaluación formativa que le ayude a regularse, una evaluación procesual que incidirá directamente en los resultados del aprendizaje, ya que para aprender es necesario que el estudiante sea capaz de detectar sus dificultades. Para ello, se propone la utilización de plantillas de observación, revisión... que ayuden al alumnado a reflexionar sobre su propio aprendizaje y por tanto al desarrollo de competencias básicas como aprender a aprender, autonomía e iniciativa personal...