Las "reválidas" empiezan en tercero de primaria entre llamadas a la insumisión.

Antonio Sirvent
Área de conocimiento
Contexto educativo
726 Visitas
Compartir

Más de 320.000 alumnos de tercero de Primaria estrenan a partir de hoy una de las medidas estrella –y también una de las más contestadas de la reforma educativa impulsada por el ministro José Ignacio Wertlas evaluaciones externas, conocidas de forma genérica también como «reválidas».

Por el momento, solo los escolares de tercero de Primaria se enfrentarán este curso a las pruebas, que en su caso tienen un carácter exclusivamente «diagnóstico», es decir, que tienen como finalidad detectar problemas en el aprendizaje para poder corregirlos a tiempo. El calendario de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) establece que en cursos sucesivos se vayan implantando las otras evaluaciones previstas. El que viene empezará a realizarse la evaluación de sexto de Primaria, también «diagnóstica». En el 2016-2017, las de Secundaria y Bachillerato, si bien solo a partir del curso siguiente, 2017-2018, tendrán efectos académicos y serán requisito indispensable para obtener los títulos de ESO y Bachiller, respectivamente.

Las evaluaciones de tercero de Primaria, que comienzan este lunes en Ceuta, Melilla y Navarra y a lo largo del mes en otras comunidades, se celebrarán en dos jornadas y están centradas en las 

El Ministerio defiende que solo buscan detectar problemas a tiempo y que son clave para atajar el fracaso escolar

Competencias matemática y lingüística de los alumnos. Según el esquema tipo de las pruebas que establece el Ministerio, la competencia matemática se evalúa en dos sesiones, de entre 35 y 45 minutos cada una. La competencia lingüística, por su parte, también se reparte en dos sesiones de entre 35 y 45 minutos, en este caso una dedicada a la expresión escrita y otra a la comprensión, comenzando con la oral e incluyendo grabaciones en audio. Entre sesión y sesión hay un descanso de 20 minutos.

Además, se prevé una sesión de 25 minutos para que el alumno complete un cuestionario de contexto, que puede realizarse en un día distinto. Este cuestionario servirá para poder analizar los datos recogidos.

Para garantizar la objetividad de la prueba, desde el Ministerio se considera conveniente que la aplicación y corrección de la evaluación corra a cargo de profesorado que imparta docencia en Primaria pero que no dé clase directamente a los alumnados evaluados. En todo caso, la Inspección educativa se encargará del seguimiento y supervisión de la aplicación de las evaluaciones en cada centro.

El propósito de esta evaluación de tercero de Primaria es ofrecer un informe individualizado a cada alumno, sobre su progreso en la adquisición de las competencias evaluadas y detectar de manera precoz dificultades que pudieran existir en el aprendizaje. Además, se pretende informar a familias, centros y administraciones educativas y facilitar la fijación de medidas de mejora.

Las distintas evaluaciones externas previstas en la Lomce son para el Ministerio, de hecho, la piedra angular para poder elevar la calidad en el sistema educativo. Contribuirán, sostiene el departamento de Wert, a mejorar no solo el aprendizaje de los alumnos, sino también las medidas de gestión de los centros y las políticas de las administraciones. Toda evaluación, argumenta, lleva implícita la idea de mejora, entendida como la reducción de las diferencias entre los resultados obtenidos y los deseados.

Para su implantación, el Ministerio esgrime, entre otros argumentos, que en los países donde se han implantado se ha incrementado el rendimiento de los estudiantes. En torno a una veintena de países de la OCDE cuentan con evaluaciones de este tipo.

Sin embargo, parte de la comunidad educativa se opone de forma radical a este tipo de pruebas. La Confederación Estatal de Asociaciones de Padres de Alumnos (Ceapa), llega incluso a alentar la insumisión de las familias. Su presidente, Jesús Salido, les plantea dos posibilidades: entregar un documento en el que desautorizan al centro a realizar la prueba a su hijo o permitir que se quede en casa y justificar la inasistencia por una decisión familiar referente al derecho a la educación, como en las huelgas. «Queremos saber si esta prueba constará en el expediente, si servirá para pasar de curso y qué medidas tomarán los centros como resultado de ellas», señala en declaraciones recogidas por Servimedia.

Rebeldía en centros catalanes

Cataluña es una de las comunidades donde este rechazo es más activo. Allí existe una Red de Escuelas Insumisas contra la Lomce impulsada por asociaciones de padres y madres y a la que, según la propia organización, se ha sumado ya al menos una treintena de centros.

En Asturias, sin embargo, es la propia autoridad educativa la que ha anunciado que no va a realizar la prueba. La Consejería de Educación del Principado lo justifica con que dispone de dos cursos de plazo para adaptarse a lo previsto en la Lomce. En realidad, la ley establece que las modificaciones introducidas en primero, tercero y quinto, incluidas las evaluaciones, se implantarán en el curso 2014-2015.

A estas críticas se suman partidos de la oposición, entre ellos el PSOE, que acusó hace unos días a Wert en el Congreso de proponer medidas de evaluación propias del «tardofranquismo». Por su parte, los sindicatos CC.OO. y UGT aseguran que estos exámenes no buscan evaluar el sistema educativo, sino al propio estudiante, y representan «un desprecio total» hacia el trabajo diario de los profesores.

El director general de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio, José Ignacio Sánchez, sostiene en cambio que estas pruebas «van a ayudar muchísimo» a combatir el fracaso escolar. Basándose en datos de la OCDE, afirma a ABC que las evaluaciones externas y estandarizadas suponen un avance en el rendimiento del alumno equivalente a 16 puntos en las pruebas PISA, lo que significa medio curso (cuatro meses y medio de escolarización). «Garantiza mayor transparencia, motivación del profesorado y rendición de cuentas», agrega. Además, «favorecen a los alumnos de menor rendimiento y a las capas más desfavorecidas». «No se trata de de colgar al que vaya mal, sino de lo contrario, de apoyarlo para que no se descuelgue nunca», enfatiza.