La brecha digital y la mediación parental: un pilar fundamental para la educación digital en niños/as y adolescentes.

Rocío González
Claves para afrontar la brecha digital y la crianza digital

La brecha digital y la mediación parental: un pilar fundamental para la educación digital en niños/as y adolescentes.

Rocío González Hernández

En el contexto actual, la digitalización constituye un elemento clave para el desarrollo personal, académico y social de la infancia y adolescencia. Sin embargo, la persistencia de la brecha digital- entendida como la desigualdad en el acceso, uso y competencias digitales-  limita el pleno ejercicio de derechos y oportunidades en el entorno digital, particularmente en hogares con recursos y formación insuficientes. En este sentido, la mediación parental se revela como un factor decisivo para acompañar y guiar a los menores, mitigando riesgos y favoreciendo un uso responsable, crítico y formativo de las tecnologías.

1. La brecha digital: más que acceso

Aunque el acceso a dispositivos y conexión a internet ha mejorado notablemente, la brecha digital se profundiza en el plano de las competencias digitales y la mediación familiar. No basta con disponer de recursos tecnológicos: es necesario que los padres y madres posean el conocimiento, las habilidades y la conciencia para acompañar a sus hijos en la navegación segura y educativa del mundo digital.

Este déficit genera un impacto negativo en el desarrollo cognitivo, social y emocional de los menores, acrecentando desigualdades sociales. Estudios del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2022) evidencian que el nivel educativo y socioeconómico de las familias está directamente relacionado con las habilidades digitales de los menores.

2. Mediación parental: concepto y relevancia

La mediación parental implica un acompañamiento activo, informado y afectivo por parte de las familias en el uso que los hijos hacen de las tecnologías digitales. Según Livingstone et al. (2017), este proceso comprende tres dimensiones: supervisión directa, establecimiento de normas claras y diálogo constante, orientado a fortalecer la autonomía y el pensamiento crítico de los menores.

La mediación no debe entenderse como control restrictivo, sino como una estrategia educativa que fomenta la confianza, el respeto y la responsabilidad digital. Cuando se realiza adecuadamente, contribuye a:

  • Disminuir la exposición a riesgos como ciberacoso, adicción, desinformación y conductas inapropiadas.
  • Potenciar las oportunidades de aprendizaje, comunicación y creatividad que brindan las TIC.
  • Desarrollar la identidad digital y competencias para el ejercicio efectivo de derechos en la red.

3. Fundamento legal y marco normativo

La mediación parental y la educación digital están respaldadas por un sólido marco normativo que reconoce y protege los derechos digitales de la infancia:

  • Ley Orgánica 3/2018, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales.
  • Ley Orgánica 2/2006, de Educación (LOE), modificada por la LOMLOE (Ley Orgánica 3/2020).
  • Estrategia Europea para una Sociedad Digital (2021-2027).
  • Recomendaciones del Consejo de Europa sobre mediación parental.

Estos instrumentos configuran un marco de acción que obliga a las instituciones educativas, sociales y familiares a promover un acompañamiento efectivo en el ámbito digital.

4. Atención a la diversidad y contextualización cultural

La mediación parental debe adaptarse a las realidades diversas, considerando factores culturales, socioeconómicos y personales. Las familias migrantes, de bajos recursos o con barreras lingüísticas enfrentan desafíos adicionales que requieren estrategias específicas, para evitar que la brecha digital se convierta en brecha social irreparable.

La educación inclusiva y equitativa debe contemplar programas de alfabetización digital para familias, con recursos accesibles, formatos multilingües y apoyo psicosocial, garantizando así el derecho universal a la educación y la igualdad de oportunidades.

5. Síntomas o signos de alarma observables por las familias

En la sociedad, cuando se piensa en adicciones, habitualmente se asocia el concepto con el consumo de alcohol y sustancias estupefacientes. Sin embargo, en los últimos años se ha demostrado la existencia de adicciones conductuales que presentan características muy similares a las adicciones a sustancias químicas. En principio, estas adicciones no tienen por qué ser necesariamente nocivas para la salud, como pueden ser las compras online, el uso excesivo de videojuegos o el chat por internet. No obstante, existen una serie de signos de alarma y síntomas que las familias o personas del entorno pueden observar y que requieren especial atención.

La preocupación de los adultos por las conductas que desarrollan los jóvenes suele estar motivada por la aparición de determinados síntomas o señales de alerta, entre los cuales destacan:

  • Descenso significativo del rendimiento académico.
  • Cambios evidentes en el estado de ánimo, mostrando irritabilidad o enfado cuando se limita el uso de dispositivos móviles o el acceso a Internet.
  • Sustitución o descuido de amistades reales para privilegiar el contacto con amistades virtuales.
  • Renuncia a actividades al aire libre o al tiempo libre fuera de casa.
  • Navegación prolongada por Internet sin un motivo específico o productivo.

De acuerdo con la Guía sobre Tecnoadicciones elaborada por la Fundación Mapfre (2014), los síntomas más relevantes del uso abusivo e inadecuado de las tecnologías educativas pueden agruparse en tres grandes categorías:

  • Tolerancia: El individuo requiere pasar un tiempo cada vez mayor frente a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para alcanzar el grado de satisfacción o complacencia deseada, dado que el uso habitual le resulta insuficiente para generar dicha sensación.
  • Abstinencia: Sensación molesta o malestar emocional derivado de la imposibilidad de utilizar las TIC, lo que puede conducir a conductas impulsivas o reacciones intensas para contrarrestar dicho malestar.
  • Dependencia: Necesidad o ansia creciente de incrementar el tiempo dedicado al uso de las TIC, acompañada de cambios negativos en el estado de ánimo cuando no se consigue dicho aumento, y la incapacidad para controlar o limitar el uso.

Estos signos deben ser considerados con seriedad por parte de las familias, quienes pueden desempeñar un papel fundamental en la detección temprana y la intervención adecuada, en coordinación con profesionales especializados, para prevenir consecuencias más graves en el bienestar emocional y social de niños y adolescentes.

 

 

Propuestas para la comunidad educativa:

  1. Implementación de programas formativos para familias.
  2. Promoción de espacios de encuentro y participación familiar.
  3. Trabajo interdisciplinar con servicios sociales y entidades comunitarias.
  4. Incorporación de la competencia digital en el currículo.
  5. Desarrollo de materiales educativos adaptados a distintos contextos.

6. Conclusión

La brecha digital en las familias no es solo un problema tecnológico, sino una cuestión de justicia social y derechos educativos. La mediación parental, fundamentada en la educación, el diálogo y el acompañamiento consciente, es una herramienta imprescindible para garantizar que niños/as y adolescentes puedan desarrollarse plenamente en el entorno digital. Este compromiso debe integrarse en la acción educativa y social, con base en la legislación vigente y en el respeto a la diversidad existente hoy en día.

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