Reseña de artículo para curso sobre Competencias Clave

Área de conocimiento
Contexto educativo
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Después de muchos años de documentos, informes, leyes, decretos, órdenes y  estrategias, lo cierto es que el concepto de competencias clave sigue siendo un gran desconocido para la Comunidad Educativa en todos sus niveles (padres, alumnos y profesores). Posiblemente porque incluso en el ámbito académico, el ligado a la investigación desde la Universidad u otros organismos y que termina influyendo en la normativa que debe aplicarse en las aulas, tampoco parece que se haya fijado de manera clara cuáles son las competencias y qué apellido debe acompañarlas (básicas hace pocos años, clave ahora, otro término quizás en breve).
Hacer tabula rasa no suele ser la mejor opción. El conocimiento humano se apoya siempre en lo anterior, no tiene porque desdeñarlo. Parece en cambio que en la actualidad las corrientes pedagógicas van encaminadas a enterrar los antiguos modelos de enseñanza para sustituirlos por otros volátiles que, a la vista está, no duran más que una legislatura. Al inicio de cada curso en muchos institutos y colegios se oyen los mismos lamentos. ¿Cómo adecuar lo que siempre se ha hecho con la nueva terminología que nos han metido este año? Dado que los actuales investigadores en su mayor parte se formaron en lo que ahora se llama “escuela tradicional” debemos pensar que el resultado con ellos no fue óptimo, que salieron de los centros de educación sin saber hacer la o con un canuto. 
Cómo no existía la “Competencia en comunicación lingüística” nunca aprendieron a redactar ni a entender textos, aunque sus maestros les enseñaron a subrayar las ideas principales de forma que entendiesen la estructura interna de los mismos. Al no conocer la “Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología” siempre fueron engañados con la vuelta en los puestos de chucherías, incapaces de saber multiplicar el precio de las golosinas por el número de las que habían cogido y restar el resultado al dinero entregado al dependiente (complejidad inaudita, problema irresoluble sin un móvil con calculadora). Sin “Competencia digital” jamás supieron encender la televisión ni cambiar de UHF a VHF, ni buscar en el dial la radio por la que escuchar el serial o el partido, ni por supuesto cambiar la cinta de la máquina de escribir. Quizás no existían los ordenadores, pero sí otras máquinas. A lo largo de toda la Historia siempre hubo máquinas que los jóvenes aprendían a manejar antes que los viejos. “Aprender a aprender” debe ser algo muy diferente a buscar de forma autónoma información en enciclopedias, hacer trabajos de campo encuestando a los vecinos o familiares (¿movimientos de salida?) o recortar noticias en los periódicos para luego hacer un trabajo escrito (¿Competencia en Comunicación Lingüística? ¿Esto es lo de integrar competencias?). 
Sin las “Competencias sociales y cívicas” jamás aprendieron a respetar a sus compañeros o el trabajo de sus profesores, ni a mantener un adecuado clima de trabajo en las aulas o en el patio (es evidente la mejora en este aspecto en los últimos años). Por supuesto, jamás propusieron a sus profesores un trabajo voluntario para profundizar en algún tema, pues desconocían el “Sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor”. Y quizás porque aún no se hablaba de la “Conciencia y expresión culturales” en la actualidad faltan licenciados en Historia, Historia del Arte, Bellas Artes, Antropología, Sociología, Filología…
Quizás esta sea la razón por la que me muestre interesado por saber qué es esto de las Competencias Clave. “Algo tendrá el agua cuando la bendicen”. Espero que tras el curso entienda toda esta movida y descubra que realmente es así, que mis alumnos van a aprender a ser mejores personas y profesionales gracias al trabajo por competencias, y que el esfuerzo merece la pena. De entrada no es halagüeño el que ni siquiera los técnicos que redactan la legislación sean capaces de trasladar adecuadamente las ideas comunitarias al papel legal, según se desprende del artículo que hemos leído. O bien es tal lío que ni ellos se enteran, o bien no hay verdadero interés por razones que se me escapan, pero una década, tres gobiernos y dos leyes educativas deberían haber bastado para estar en línea con Europa. Quizás el artículo podría haber aportado ejemplos de lo sucedido con este tema en otros países europeos, aunque probablemente eso habría llevado al autor a escribir un libro, más que un artículo.