Las Competencias clave

José Antonio Díaz
Área de conocimiento
Contexto educativo
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Ante una sociedad plural como la actual, está claro que es necesario un cambio en la perspectiva educativa que afronte los retos a los que nos enfrentamos para dar respuesta a las demandas sociales, imperantes en un modelo desestructurado. Desestructurado porque existen grandes dificultades en el mundo laboral, profesional, económico... que afectan al ámbito familiar, social, cultural, y por supuesto, al ámbito de la educación en general y al alumnado en particular. Las demandas educativas y sociales de la actual sociedad europea, justifican el aprendizaje por competencias y la necesidad de su aplicación a la práctica docente para desarrollar una sociedad competente; pero para ello es necesaria una formación real por competencias para la docencia, no tanto para su aplicación metodológica en las aulas, sino para llevar a la práctica una evaluación real por competencias, puesto que no sabemos, la mayoría, como hacerlo. Los continuos cambios legislativos que se han producido han puesto en marcha los mecanismos de cambio, pero la formación ha sido incompleta, inconexa y en algunos aspectos prácticamente nula. Las propias leyes educativas no tienen claro ciertos aspectos. En el caso de España, cuando un docente estudia la ley, por ejemplo en LOE, da la impresión de que las competencias son un aspecto básico más del currículum a la hora de programar (Objetivos, Competencias básicas, Contenidos, Metodología...). En la LOMCE parecen estar más integradas, la ley parece partir más de ellas en su enfoque, dando cierto giro conceptual, pero a la hora de evaluar, hay aspectos que a nadie les queda claro. Parece que tenemos que estar más tiempo registrando datos que enseñando y observando. Integrar en un sistema educativo como el nuestro las competencias, sin recursos económicos, puesto que los centros escolares están de pena, conlleva un desarrollo formativo importante. Es necesario decir que la formación ha partido prácticamente de aquellos docentes con inquietudes, con necesidad de dar respuesta a ese cambio, llevando a cabo una “autoformación” que en muchos casos ha sido insuficiente. En los centros educativos tampoco ha habido un seguimiento metodológico por parte de las jefaturas y direcciones de los centros, que han dejado pasar el tiempo y las leyes, puesto que tampoco saben de qué se está hablando y de como llevarlo a cabo. Y cuando las personas que supuestamente llevan las lineas pedagógicas de los centros no saben que camino seguir, los docentes a su cargo no saben como tienen que trabajar y no se ofrecen los recursos necesarios para una formación adecuada por competencias. De esta forma, la evolución metodológica que quiere llevarse a cabo es imposible. Es como luchar contra un muro de dificultades. Está claro que para que podamos evolucionar y dar respuesta a las necesidades sociales actuales, así como para que nuestro alumnado aprenda a defenderse para la vida, es necesario no sólo montar un maremagnun de ley que suponga un cambio en la perspectiva educativa de nuestro país; también hace falta montar estrategias que canalicen todo el proceso para que los cambios lleguen a quien les hace falta realmente: a nuestro alumnado, que está sufriendo el hecho de estar inmerso en un mundo de burocracia en el que no tienen voz ni voto, y en el que se hace patente el fracaso escolar, que no es otra cosa que un fracaso en las políticas educativas, incapaces de hacerse responsables de lo que está pasando en la educación de nuestro país (fracaso escolar, abandono escolar, paro, malestar social...) basando al final los resultados escolares en pruebas estadísticas y resultados. Pienso que hemos perdido el punto de vista de que la educación no es sólo cuestión de resultados; la educación es dar respuesta a la diversidad y a las necesidades de cada alumno/a concreto. Particularmente, el trabajo por competencias ha dado un cambio a mi perspectiva educativa, a la hora de abordar la tarea, a la hora de planificar y en los aspectos metodológicos. No es el mismo perro con distinto collar; no es más de lo mismo. El desarrollo de un trabajo por competencias conlleva en mi día a día una continua reflexión sobre los planteamientos pedagógicos al abordar una tarea y una continua y profunda reflexión, para hacer real lo teórico, para acercar la realidad a la práctica educativa diaria. El problema radica en cómo evaluar. Opino, no sé si me equivoco, que la evaluación desde el punto de vista competencial es muy compleja. Quizás ahí es donde radica la dificultad. El mismo concepto en sí mismo es ya bastante complicado, porque supuestamente todos los alumnos/as son ya competentes; entonces, ¿cómo vamos a evaluar el nivel de competencia? Desde esta concepción, posiblemente el fracaso escolar sea aún mayor. Puede dar lugar a errores, puesto que los docentes no saben evaluar por competencias. No sabemos. Desde mi área principal de trabajo, la educación física, el desarrollo de un trabajo por competencias supone un análisis y recogida de datos de manera constante. Entre esa tarea de recogida de datos y el escaso tiempo que la ley nos permite de tiempo útil (45 minutos) el tiempo real de trabajo es ínfimo. Mis clases están siendo modificadas por tanto desde el punto de vista metodológico y organizativo.