Reflexionando sobre las competencias clave

Maria Ester Diaz
Área de conocimiento
Contexto educativo
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  1. Las Competencias Clave.

La lectura del artículo de de Valle, J.M., y Manso, J. (2013)[1] sobre el origen internacional del paradigma de las Competencias Clave dentro del marco de la Unión Europea me ha llevado a valorar alguna de las propuestas expuestas y las consecuencias de las mismas en mi entorno laboral, mi día a día en el aula en qué cambiaría.

En el mismo Abstract encontramos una frase que englobaría el leitmotiv general de todo el texto: “la necesidad de no perder más  oportunidades para adecuar de forma real nuestro sistema educativo al aprendizaje por competencias”.

Realmente una vez has leído dicho artículo te lleva a reflexionar sobre la contexto político-educativo en el que la UE decidió hacer una nueva propuesta educativa que diera respuesta a los constantes cambios omnipresentes en la sociedad de la Información y la comunicación (SIC): ofrecer el Lifelong Learning a nivel internacional en base a unas key competences bien establecidas desde la publicación del informe Making an European Area of Lifelong Learning a Reality[2].

[3]

Lo cierto es que para muchos docentes esta “nueva terminología” no va más allá de un cambio conceptual, y por ello hay reticencias de llevarlas a cabo en las aulas. O en su defecto encuentran impedimentos ineludibles para llevarlas a la práctica pues para que tengan éxito, necesariamente, deben ir acompañadas de un cambio metodológico que se debe hacer visible en las dinámicas, metodologías, evaluaciones y todos los ámbitos de la dualidad enseñanza - aprendizaje.

Este nuevo paradigma empresarial que se extendió por toda Europa, llegó a España para quedarse hace unos años, solo que entró mediante la Formación Profesional que mantenía unos vínculos más estrechos que la actual educación obligatoria: primaria, secundaria y bachillerato han recibido la noticia desde diferentes niveles de aceptación por sus diferentes perspectivas metodológicas y particularidades intrínsecas.

En este sentido, por mi experiencia laboral, he vivido como la educación primaria se encuentra más receptiva que en la etapa posterior en la que yo me encuentro, pues están más habituados al trabajo por proyectos la colaboración interdisciplinar efectiva y real, la implicación directa de todo el claustro en propuestas transversales, etc. En cambio, la educación secundaria es más reticente a la colaboración efectiva en proyectos, la interdisplinaridad, somos pocos los que proponemos proyectos interniveles, generalmente, se reducen a colaboraciones entre diferentes departamentos. Pues, por pura gestión de un número de personal mayor que en primaria se hace casi imposible implantar esta conexión tan beneficiosa para la implementación de las Competencias Claves de las que sí se dispone en Primaria.

Es muy importante la reflexión que acompaña a “La competencia no es un ‘poder hacer’, ni siquiera es exclusivamente un ‘saber hacer’ (aunque ser competente lo implique), sino que es ‘hacerlo’. Así, estos desempeños deben entenderse como resultados finales que se definen en términos claros y observables (de conducta) y que implican la resolución de ‘problemas’ en situaciones (familiares o novedosas) de la ‘vida real’. En este sentido –y esta es una última característica que se debe destacar al respecto–, la competencia incluye una manera creativa y única de resolver la situación, pues la aplicación de los aprendizajes se debe ver adaptada (ubicada) a los contextos en los que se requiere el despliegue de la competencia.[4] Y aquí es donde encuentro que existe uno de los problemas de implantación real de las competencias básicas: no debe quedarse en la teoría, debemos pasar a la práctica. Y para ello el mundo docente debe ser el primero en coger el tren del Lifelong Learning, formarse, para poder pasar a la práctica y con ello generar cambios reales en nuestra sociedad. Pero no todo el mundo educativo está dispuesto a participar de este giro educacional.