LAS COMPETENCIAS CLAVE: UN TÉRMINO MAL APLICADO

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Contexto educativo
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El aprendizaje basado en competencias lejos de ser un término técnico que no supone más que un cambio terminológico impuesto, implica una herramienta capaz de adaptar y preparar al  sistema educativo y por tanto a los jóvenes del siglo XXI a las nuevas exigencias del mundo cambiante actual, a un Aprendizaje Permanente como requisito imprescindible, dejando atrás los aprendizajes tradicionales y estáticos de la escuela clásica. Supone por tanto un nuevo concepto de educación, un nuevo reto,  que debido una falta de precisión en el término desde las Ley Educativa actual (LOMCE) y al desconocimiento de su carácter práctico como docentes (ya sea por una falta de formación continua, o por el poco deseo al cambio de nuestra metodología de enseñanza), está siendo tomado en nuestras escuelas como un sinónimo de "trabajo burocrático", con el fin de satisfacer los deseos de la inspección educativa. Una tarea tediosa, que carece de sentido práctico y que finalmente terminará archivada en el despacho de dirección.

Cuando se introdujo la Ley Orgánica de Educación en 2006, desaparecieron los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales y se introdujo el concepto de "competencias básicas". Todos los maestros de los centros educativos, nos pusimos "manos a la obra", desmenuzando los criterios de evaluación en indicadores de logro y relacionando cada uno de ellos con las 8 competencias básicas (9 en el caso de Castilla-La Mancha ya que fue la única Comunidad Autónoma que incluyó el concepto de  "competencia emocional"). Tras la lectura del artículo he descubierto que una competencia debe tener tres dimensiones (cognitiva, instrumental y actitudinal). Por tanto la competencia emocional debería formar parte intrínsecamente de las otras ocho. Este es otro ejemplo de falta de coherencia entre las exigencias de la Unión Europea y el paradigma educativo español.

Actualmente con la LOMCE, ya se habla de competencias clave, y éstas están relacionadas con los estándares de aprendizaje ya exigidos por Ley (antiguos indicadores de logro: que eran diseñados por los profesores del centro). Lamentablemente, este cambio terminológico ha afectado poco o nada en nuestro trabajo diario como maestros. Seguimos ciñéndonos a los libros de textos, a un estilo de enseñanza puramente tradicional, poco motivador que pueden ser la causa de unas  altas tasas de fracaso escolar. Muchos alumnos no encuentran utilidad práctica de lo que aprenden, son excesivamente dependientes y poco autónomos, lo que cuestiona mucho el logro de un aprendizaje permanente.

Tal vez, la causa de los pobres resultados en el informe PISA, sea la poca calidad de nuestra metodología de enseñanza (poco acorde al mundo actual). O más bien, el poco interés en trasmitirnos el cambio sustancial que supone la introducción del término competencia en el sistema educativo. O tal vez la poca inversión económica en educación e investigación. Lo que sí es cierto es que muchos centros cuentan con pizarras digitales, tablets, todo un  mundo tecnológico al alcance de nuestros alumnos, pero ellos cada vez menos formados, menos motivados, más dependientes, y con menos aspiraciones... ¿es esto lo que se pretende con la introducción del término competencia?... ¿Cuáles es o cuáles son la causa de esta incongruencia?