Como parte de las actividades del Mooc "Enseñar y evaluar la Competencia Digital" se ha solicitado una reflexión en torno a la Evaluación por Competencias.

En nuestros días hay una creciente profesionalización  que exige calidad, competitividad, pertinencia social,  eficiencia y eficacia  del trabajo que desempeñamos en todas las áreas del saber humano. El trabajo (labor, profesión) está directamente vinculado con el ámbito educativo, implicando con ello, la renovación o las transformaciones rápidas e importantes  de los procesos formativos en los aprendizajes de los estudiantes y  las producciones de esos aprendizajes expresados en competencias.

A pesar  de la generalización del término "Competencia" este concepto   ha sido muy debatido, rechazado y aceptado tanto que, aún se está  concretando su correcta definición para manejarla entre nuestros estudiantes.

Antes de tratar  la evaluación por competencia, en primer lugar quiero referirme al término Competencia, indicando que de esta se recogen  muchas definiciones, destacando la referida por Gonzáles y Wagenaar (2003) quienes arguyen que las competencias "representan una combinación de atributos (con respecto al conocimiento y sus aplicaciones, aptitudes, destrezas y responsabilidades) que describen el nivel o grado de suficiencia con que  una persona es capaz  de desempeñarlos". Asimismo, una competencia evoluciona, pues, a medida que una persona acumula recursos, la movilización y la combinación de los mismos  evoluciona con el tiempo para asegurar su eficacia en situaciones cada vez más complejas. (Fernández, 2010).

 

Por otra parte, se es competente al actuar en un espacio, momento o circunstancia concreta analizando  cada situación para seleccionar la combinación de conocimientos y saberes que se necesitan emplear en un contexto determinado. (Cano, 2008). De lo expuesto, vemos que se trata de diversas forma de entender  el concepto de  Competencia que desde mi reflexión,  es un conglomerado de atributos, conocimientos y saberes prácticos, que cuenta con un caracter evolutivo, que es contextual y que es selectiva al movilizar habilidades y destrezas del estudiante para ser asertivo frente las cirscuntancias que debe afrontar o solventar.

 

Unido al concepto de competencia existen 3 elementos que se articulan su significado como son: (1) articulan conocimiento conceptual, procedimental y actitudinal, al ir más allá a esta suma de saberes y capacidades, habilidades y destrezas pues poseerlas no implica ser competente, es decir, el ser competente, supone seleccionar aquel conocimiento o capacidad pertinente a un momento o situación  para la resolución del problema o reto que se está enfrentando; (2) la competencia está vinculada  a rasgos de la personalidad del estudiante al poseer, de manera innata, ciertas inteligencias que no necesariamente garantiza que sea competente. Esto es, que se puede ser competente hoy, en el aquí y ahora pero no mañana,  lo que implica  el carácter recurrente y de continuo crecimiento de una competencia. Es por esto, que hay que desarrollar competencias desde la formación inicial  pasando por la formación continua y consolidarse con la formación permanente a lo largo de toda la vida; y, (3) la competencia se vincula con el acto reflexivo: aplicar conocimientos y saberes en situaciones  para la resolución de problemas no implica la repetición irreflexiva de diversas acciones. (Cano, 2008)

 

En segundo lugar, es necesario abordar el significado del término evaluación por constituir una oportunidad de aprendizaje que debe de emplearse no para adivinar o seleccionar quien posea o no la competencia, sino hay que promoverla en todos los estudiantes. Hall y Burke (2003 citado en Cano, 2008). La evaluación también es concebida como  un proceso autorregulatorio que hace más consciente a los estudiantes de sus niveles de competencia, de cómo resuelven sus tareas y de cuáles son los puntos fuertes y débiles, ya sea, para potenciar o realimentarlos  -según seal el caso-   a fin de enfrentarse  a situaciones complejas futuras. Boekaerts Pintrich y Zeidner (2000 citados en Cano, 2008)