Las Competencias Clave

Jesus Ferrando

       Que la escuela "tradicional" necesita cambios es una evidencia tan clara que de poco sirve buscar razones para defender sus obsoletos planteamientos. La potencia de las nuevas tecnologías e internet, las características del alumnado del siglo XXI, los recientes y numerosos avances de la neurociencia, las demandas laborales actuales ... son motivos más que suficientes para plantearse nuevas formas de " hacer escuela ".
       Si una de las principales funciones de la escuela es precisamente de carácter social, de nada nos vale mirar hacia otro lado, es justo y necesario satisfacer esa obligación moral e institucional de formar personas competentes en aquellos aspectos que la propia sociedad del s .XXI nos está pidiendo a gritos.
Si todo cambia, la Escuela por qué no?

 


       Desde esta perspectiva todas y todos aquellos que ejercemos la función docente, en íntima colaboración con los demás miembros que integran la comunidad educativa (familias, alumnado, instituciones, administración ...) tenemos una oportunidad única para seguir haciendo de la escuela un lugar imprescindible donde acudir. De no ser así, pienso que nos estamos engañando a nosotros mismos o como se suele decir "tirando piedras a nuestro propio tejado". Bajo mi humilde opinión, no se trata de proporcionar cuidados paliativos, lo que hace falta es erradicar la "enfermedad".
       Como docentes podemos y debemos seguir impartiendo las áreas de conocimiento que nos marca la normativa existente, esto como mínimo, puede haber gente que opte por proyectos interdisciplinares englobados como proyectos de trabajo, pero bien esto ya es un pasito más. En todo caso, de lo que se trata es de no reducir la enseñanza, y por ende, el aprendizaje del alumnado a la manera tradicional, enseñemos a aplicar, a movilizar los conocimientos en beneficio del colectivo, es decir, poner al servicio de la ciudadanía los aprendizajes escolares.
        Es evidente que los conceptos de aprendizaje permanente y enseñanza basada en competencias aportan cambios profundos en la manera de concebir el proceso de enseñanza-aprendizaje. Bajo mi humilde punto de vista, un modo de programar diferente, una metodología interactiva y variada (aprendizaje cooperativo, rutinas y destrezas de pensamiento y trabajo para proyectos fundamentalmente) y una evaluación auténtica (o como mínimo caminar hacia una evaluación de las ejecuciones-desempeños) que realmente forme parte del proceso de enseñanza aprendizaje serán los pilares que deben fundamentar la acción docente así como el trabajo diario del alumnado. Ahora bien, soy de la opinión que para que esto cale hondo y se pueda aprovechar toda la potencia de este “nuevo” paradigma competencial, es necesario que los cambios se den en los tres niveles (programación, procesos metodológicos y evaluación), si solamente intentamos variar alguno de ellos sin que suponga cambios en los otros, creo que todo caerá en saco roto.
       Una programación docente detonada a partir de los criterios de evaluación normativos y que busque claramente "entrenar" gran parte de los desempeños competenciales clave en el alumnado. Unas metodologías centradas en el alumnado y una evaluación consecuente a todo ello (rúbricas, portfolio, pruebas objetivas, y siempre combinando los agentes evaluativos: autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación) son para mi la clave.
       Por último, redundar en carácter supranacional de todo esto, eso es más que evidente, pero aun así y después de casi nueve años de que la LOE introdujera como “pegote” las competencias básicas, la mayor parte del profesorado aun sigue sin saber ni tan siquiera que es eso de las competencias. No es menos cierto que con la LOMCE, a pesar de los pesares que conlleva, si que ha dado un paso más en cuanto a competencias (ahora clave por cierto), de manera que pasan de ser algo “paralelo” a estar incluidas en los currículos.

Esperemos dar pasitos para que se convierta una realidad en las aulas…