De las competencias clave en la Unión Europea a la práctica diaria.

Carmen Naval
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            A continuación voy a comentar el artículo de Valle, J.M., y Manso, J. (2013). “Competencias clave como tendencia de la política educativa supranacional de la Unión Europea”. Revista de Educación, Extraordinario 2013, pp. 12-33 y cómo se perciben estas competencias clave en mi entorno.

            Me gustaría destacar que en origen efectivamente el hablar de competencias clave responde a un nuevo enfoque educativo, debido a inquietudes que se gestan en el ámbito económico trascendiendo a la esfera de la educación. Sin embargo, en este planteamiento se advierten varios problemas para su implementación:

            -En el tiempo: ¿en qué medida un enfoque deja de ser novedoso cuando se ha gestado 25 años antes y todavía no se ha llevado a la práctica?

            -En el espacio: las realidades de cada país modifican sustancialmente el concepto de “competencia clave”, bien por ser un término polisémico, mal traducido o mal interpretado, bien porque cada país tiene unas estructuras de organización y un ritmo de cambio diferentes.

            Me ha llamado la atención el hecho de que precisamente el ámbito económico evidencia unas carencias en educación, en mi opinión debería ser al contrario: la educación debería ser pionera a la hora de detectar necesidades y ofrecer soluciones. En cualquier caso da igual el origen de la reforma si la finalidad es positiva y supone una adaptación de la educación a la sociedad actual.

            Me parece más preocupante sin embargo que los esfuerzos se centren en hacer diagnósticos y estudios comparativos entre los diferentes países que en acercar el nuevo enfoque a la realidad del aula. Si el planteamiento es que los docentes reaccionen a golpe de pruebas externas, quizá la educación se pervierta con el objetivo principal de salir airosos de dichas pruebas.

            En mi opinión cualquier cambio en educación debe ser apropiado por los docentes, si es algo impuesto o externo no llega a materializarse en la práctica diaria, ya que es a los docentes precisamente a quienes se les exige por una parte un aprendizaje nuevo y por otra un cambio en su actividad, sin una concreción realista de cómo llevarlo a la práctica (por ejemplo, ¿si trabajamos por competencias por qué seguimos compartimentando aprendizajes en asignaturas y las calificaciones obedecen a esta compartimentación? ¿Qué importancia concedemos a las competencias clave en la evaluación? ¿qué sistema de evaluación utilizamos y cómo ofrecemos información de sus progresos al alumno?) Al final lo que determina la trayectoria del alumno sigue siendo el hecho de aprobar o no determinada asignatura.

            El seguimiento del aprendizaje de cada alumno se complica más todavía si debemos observar las tres dimensiones de cada una de las competencias:

 

Dimensión cognitiva

 

(ideas, conceptos, hechos, datos, teorías… asociados a la competencia)

 

Dimensión instrumental

 

(destrezas, herramientas, aptitudes… asociados a la competencia)

 

Dimensión actitudinal

 

(valores, actitudes, ética… asociados a la competencia)

 

 

            Para ello sería necesario disponer de unos instrumentos de evaluación operativos y realistas, y no demasiados subjetivos.

            Por último, se puede crear desconcierto si no hay unanimidad absoluta en la definición misma de cuáles son las competencias clave:

La Unión Europea determina las siguientes:

  • Comunicación en lengua materna
  • Comunicación en lengua extranjera
  • Competencia matemática, científica y técnica
  • Competencia digital
  • Aprender a aprender
  • Competencia cívica y social
  • Sentido emprendedor e iniciativa
  • Sentido y expresión cultural

            En mi comunidad autónoma, Aragón, acaba de salir el currículo de ESO el 31 de marzo de 2015 y se distinguen las siguientes:

  • Competencia en comunicación lingüística
  • Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología
  • Competencia digital
  • Competencia de aprender a aprender
  • Competencias sociales y cívicas
  • Competencia de sentido de iniciativa y espíritu emprendedor
  • Competencia de conciencia y expresiones culturales

            Observamos que como ocurría con la LOE, tampoco la LOMCE coincide en la división de comunicación lingüística en lenguas materna y extranjera y que además sigue hablándose de competencias básicas, no clave.

            Para concluir, coincido con Valle y Manso en que el nuevo enfoque “no puede llevarse a cabo con eficacia si no se transmite adecuadamente a todos los implicados en el sistema educativo; esto es: en primer lugar, los políticos y los técnicos que elaboran los marcos normativos europeos, nacionales y autonómicos; en segundo lugar, y especialmente, los docentes y los equipos directivos de los centros”.

            Creo que los primeros deberían establecer unas pautas más claras y más ágiles, ya que el objetivo inicial se deforma y  queda obsoleto en el proceso, demandando a los docentes demasiados esfuerzos inútiles; esto crea un clima de desconfianza y falta de motivación para continuar con la formación permanente tan necesaria en nuestra actividad, no sólo por lo que nos aporta sino también por el ejemplo que supone para el resto de participantes en el proceso educativo.