Hacia las competencias
Se hace imprescindible para una adecuada puesta en marcha del paradigma por competencias y de las competencias clave, que estas se ubiquen junto al marco del aprendizaje permanente.
Un nuevo paradigma educativo que supone aceptar las características de la sociedad del siglo XXI: la globalización, el multiculturalismo, las tecnologías de la comunicación, el dinamismo continuo, la exposición a información cada vez más numerosa y diversa…
Es fundamental comprender que no se trata de un mero cambio terminológico, sino que supone una manera nueva de que las personas afronten su aprendizaje, de forma más apropiada a las características de la sociedad del conocimiento actual.
Esta política educativa supranacional propuesta desde la Unión Europea, se propone como un cambio profundo no simplemente terminológico, un nuevo enfoque sobre cómo desarrollar procesos de aprendizaje más eficaces en las escuelas y más allá de ellas.
Esto exige comenzar replanteando la formación inicial y permanente del profesorado y hacer una apuesta política compartida con el conjunto de la comunidad educativa.
Pero, sobre todo, en su aplicación práctica a las aulas y al aprendizaje de sus estudiantes.
El nuevo paradigma implica enormes dificultades, por ejemplo, en su evaluación, ya que esta debe valorar todas las dimensiones (cognitiva, instrumental y actitudinal) de la competencia.
Lo más interesante creo que es la propuesta ligada a las competencias del aprendizaje permanente y lo que es más importante que ambos planteamientos (lifelong learning y key competences) se desarrollan de forma simultánea, interrelacionada y complementaria.
Entre todos debemos alcanzar en los procesos de formación estas competencias clave definidas por Gordon et ál. (2009) como:
Las competencias clave se caracterizan por la inclusión de conocimientos, habilidades y actitudes que se aplican, que involucran las emociones, la mente y el cuerpo; también suponen el desarrollo integral de las habilidades y actitudes que propician la utilización de los conocimientos en diferentes situaciones –comunes o novedosas–, que son graduales y que deben promover el trabajo colaborativo, la participación y la implicación de los alumnos en su aprendizaje y el trabajo con las familias, las comunidades y con grupos de interés más allá de colegios e institutos.
El concepto de competencia clave, como elemento central de lo que deben adquirir los educandos en sus procesos de educación y formación, se prefiere ahora al concepto tradicional de destrezas básicas. Según esas referencias, lo que deben haber adquirido todos los educandos de la Unión Europea al término de su escolarización obligatoria en sus procesos de formación son competencias clave, más que las tradicionales destrezas básicas.
Este cambio nominal responde a un complejo cambio de paradigma pedagógico de mucho sentido conceptual. ‘Competencia’ tiene un significado mucho más amplio que ‘destreza’. La competencia supone una integración de conocimientos, destrezas (habilidades) y actitudes (que son las dimensiones de la competencia: dimensión cognitiva, dimensión instrumental y dimensión actitudinal) para aplicar esa integración de forma práctica y creativa en la ejecución de una tarea que debe tener una relación clara con la vida: lo que denominamos el desempeño de la competencia.
La competencia, pues, se debe entender como un desempeño, ya que representa una aplicación práctica de lo que se sabe.
La competencia no es un ‘poder hacer’, ni siquiera es exclusivamente un ‘saber hacer’ (aunque ser competente lo implique), sino que es ‘hacerlo’.
Así, estos desempeños deben entenderse como resultados finales que se definen en términos claros y observables (de conducta) y que implican la resolución de ‘problemas’ en situaciones (familiares o novedosas) de la ‘vida real’. En este sentido –y esta es una última característica que se debe destacar al respecto–, la competencia incluye una manera creativa y única de resolver la situación, pues la aplicación de los aprendizajes se debe ver adaptada (ubicada) a los contextos en los que se requiere el despliegue de la competencia.
De esta forma creo que por un lado debe darse un cambio total en el pensamiento de aquella mayoría de docentes que programan su quehacer diario formalmente a través de determinada editoriales y debe darse también el cambio en las propias familias ante el temor a perderse en las experiencias aplicadas de determinados profesores que intentan centrarse en conseguir esos desempeños de sus alumnos.
Por su parte, el adjetivo ‘clave’ que se aplica a las competencias alude a desempeños que son determinantes para la adquisición de otros más complejos y que implican aprendizajes constantes y nuevas posibilidades de introducir creatividad e innovación en la resolución de problemas.
Así, lo clave adopta un sentido dinámico, frente al sentido estático de lo básico.
Las competencias clave son solo las ‘llaves maestras”.
Un último aspecto que nos gustaría destacar para la sistematización de estas competencias –y así lo indica también la Unión Europea– es que las adquisiciones que las componen se definen en términos de contenidos, destrezas y actitudes (dimensiones de la competencia).
Entendidas así, las competencias clave suponen, pues, tres áreas de realización para los educandos: personal (otorgan el ‘equipaje’ mínimo necesario para un desarrollo individual propio), social (dotan al individuo de las herramientas para integrarse y tomar parte en la sociedad contemporánea de una forma activa y creativa, de tal manera que pueda cooperar en el desarrollo conjunto de la sociedad) y profesional (le permiten adquirir cualificaciones laborales de partida y le impulsan a seguir permanentemente mejorando su proyección profesional).
Los cambios no afectan a mi práctica diaria, yo trabajo como maestra de A.L la competencia en las destrezas orales de mi alumnado en su lengua materna. Los resultados de mi trabajo son únicamente positivos cuando los alumnos alcanzan un desempeño adecuado del manejo del lenguaje en la vida cotidiana y es ahí cuando el trabajo adquiere el valor real de lo aplicado, de lo útil. Para mi la única diferencia estará en aprender a emplear correctamente la terminología propuesta para poder programar en los términos precisos.


