Una reflexión sobre el uso del móvil en clase
Si hace unos años, era raro ver a un alumno de secundaria con un móvil en la mochila, hoy día lo raro es lo contrario. Ya en primero de ESO vemos alumnos con móviles, en muchos casos de los llamados “inteligentes” (denominación de puede resultar ofensiva) o “smartphones” (préstamo lingüístico, sí, pero que ofende menos).
La tendencia natural de los Centros ha sido prohibirlos en clase, con más o menos éxito, porque el móvil favorece la dispersión mental de los alumnos. Pero somos conscientes de que es una batalla perdida. Y como dice el refrán, “si no puedes con tu enemigo, únete a él”. De ahí surge una idea, descabellada en un principio, pero que cada día toma más cuerpo: “¿y si se usara el móvil en clase para aprender?”
Conseguimos así, en primer lugar, utilizar recursos en clase casi imposible de otra manera. Sí, es verdad que están las salas de informática, pero utilizar requiere reservarla, desplazarse… y a menudo encontrarse con algo que no funciona correctamente. ¿Cuántas veces hemos intentado usarlas y todo ha ido bien? Personalmente, ninguna.
Y ahí llega el móvil. Casi todo lo que se hace con un ordenador se puede hacer hoy día con el móvil: buscar, leer, escribir, comunicarse… Por otra parte, no hay discontinuidad en el aprendizaje del alumno. Si varios profesores lo usan, el alumno seguirá aprendiendo con el mismo aparato.
Por supuesto, este uso está sometido a varias condiciones. La primera es que el profesor esté convencido de su utilidad. Esto, que parece una perogrullada, excluye cualquier tipo de imposición educativa. Si el profesor se ve obligado a hacer uso de los móviles en clase, la cosa no funcionará.
La segunda condición es que los alumnos tengan efectivamente un smartphone a su disposición. Eso no parece fácil, aunque existe la posibilidad de trabajar por pareja, y la cosa ya es más factible. El centro además podría comprar algunos aparatos (los hay baratos ya). ¿Una utopía? Bueno, teniendo en cuenta que se podría ahorrar un gasto importante en fotocopias, manuales, material informático, mantenimiento del aula TIC y demás materiales… Es como poco para pensárselo, ¿no?
La tercera condición es seleccionar aplicaciones didácticas entre las que ya existen, que no son pocas. Pero de eso, hablaremos en una segunda parte…