El uso de móviles para la enseñanza, conocido como Mobile Learning, es una realidad que cada día tenemos más cerca.

Es bien sabido de todos que el móvil está expresamente prohibido según el ROF de muchos centros educativos por el riesgo que esto conlleva, sobre todo en relación al Bullying o a las fotos y vídeos comprometidos que los alumnos suelen realizar de otros compañeros e incluso de profesores.

Pero es más que evidente que es una herramienta que usa la casi totalidad del alumnado. Fácilmente transportable por su diminuto tamaño en relación a los ultraportátiles que les fueron entregados en su día. Además todos con acceso a internet y con la conformidad de los padres.

Su uso racional es lo que hay que tratar de inculcar a los alumnos pues es una herramienta muy potente y muy útil en todos los ámbitos del aprendizaje.

¡Cuántas veces se le olvida al alumno la calculadora en la clase de Matemáticas! Pero pedidle que usen el móvil como calculadora, a ver a cuántos se les ha olvidado.

Esto es sólo un ejemplo pero la versatilidad es infinita: a la hora de buscar información inmediata sobre cualquier tema, buscar algún recurso que se necesite, incluso acceder a las tareas mediante archivos a través de google drive o la comunicación directa entre profesor y alumnos a través de grupos de wasap, entre otras.

El único inconveniente, aparte del mal uso citado al principio, es que se trata de una pantalla relativamente pequeña y no se puede abusar de su tiempo de utilización por cansancio mental al tener que hacer un esfuerzo por ver la letra o imágenes mucho más pequeñas que con un ordenador.