Reflexiones sobre la Competencias Clave

Ana Gómez
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Este texto es un comentario del artículo Valle, J.M., y Manso, J. (2013). Competencias clave como tendencia de la política educativa supracional de la Unión Europea. Revista de Educación, Extraordinario 2013, pp. 12-33.

En el presente artículo sobre el paradigma de la enseñanza-aprendizaje por competencias los autores se plantean, entre otras cuestiones, cuáles son sus ventajas, hasta qué punto es un planteamiento novedoso y cuál es su vinculación con determinadas formas de entender el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Desde mi punto de vista un aspecto fundamental a tener en cuenta al plantearse este tema es el que señalan cuando dicen que el aprendizaje basado en competencias, así como la percepción de las propias competencias clave, son vistos por parte de la comunidad educativa como otro cambio más de terminología sin repercusión real en la práctica docente. En efecto, y desde mi experiencia, éste es un tema que aparece casi invariablemente en los debates surgidos en distintos cursos sobre competencias en los que he participado, y hay un sector del profesorado que está cansado de tanta injerencia política en su trabajo. Además, hay quien considera ofensivo que se rechace el paradigma de enseñanza anterior con tanta fuerza, pues sienten que les están diciendo que la manera en la que han ejercido su profesión durante años ha sido errónea. Dada mi escasa experiencia en la docencia, desde el principio he estado en contacto con la enseñanza por competencias, pero entiendo perfectamente cómo deben sentirse estos compañeros que llevan años trabajando y que han visto y vivido toda una serie de cambios políticos y legislativos relacionados con su trabajo. Sin embargo, el aprendizaje por competencias no es un mero cambio terminológico sino toda una revolución del paradigma de enseñanza aprendizaje, un cambio integral necesario y beneficioso para todos y por ello considero que es importante que la comunidad educativa en su conjunto se acerque al mismo con una actitud abierta y flexible. La formación de los docentes es necesaria dado lo profundo del cambio y pienso que todos, no importa cuánto tiempo llevemos en la docencia, podremos encontrar algún punto que nos parezca interesante aplicar en el aula.

 

Es casi indudable que la inmensa mayoría de profesores y maestros coincidimos en la necesidad de aplicar procesos de aprendizaje más eficaces en las escuelas, acorde con las necesidades de nuestros alumnos. La revolución tecnológica ha transformado el mundo en que vivimos, y no podemos negar la realidad de que enseñar a nativos digitales ha de ser necesariamente distinto al modo en que nosotros aprendimos. Tampoco el mercado laboral es el mismo que hace sólo una década, con nuevas profesiones y nuevas maneras de trabajar y relacionarse apareciendo casi constantemente.

Sin embargo, y de nuevo coincido con los autores del texto, lo cierto es que es necesario cumplir ciertos requisitos previos para que la aplicación práctica en el aula de este nuevo planteamiento sea exitosa. Si no, ni toda la formación del mundo nos permitirá aplicar cambios reales en nuestro día a día. Sin duda lo más necesario en este punto de la implantación del nuevo paradigma es la necesidad de un plan de desarrollo realista y práctico que, lamentablemente, en muchos aspectos choca con lo establecido por la propia legislación vigente. Esta reglamentación ha cambiado de nuevo y hace sólo unos meses recibíamos una nueva ley que, pese a los cambios, no contempla la realidad del aprendizaje por proyectos multidisciplinares, imprescindibles en la práctica docente desde este nuevo paradigma de enseñanza. Y eso por poner sólo un ejemplo. Leyendo la ley, se tiene la sensación de que sus autores no tienen en absoluto una comprensión real de lo que supone la aplicación práctica de la teoría sobre las competencias clave, y mucho menos de sus implicaciones en la organización educativa y curricular. Seguimos hablando de materias y horarios rígidos, de pruebas externas basadas en contenidos y demás regulaciones que no hacen sino limitar, cuando no imposibilitar, la innovación y el cambio significativo en nuestra práctica docente.

Por último, no puedo dejar de señalar otro aspecto, algo más político y posiblemente polémico, que desde mi punto de vista no se afronta con la suficiente claridad. Dicen los autores, y la ley, y de hecho en todas partes, que “las competencias clave pretenden ayudar a construir un marco para mejorar la igualdad de oportunidades de los ciudadanos europeos”. Este punto de vista de los alumnos como personas que se forman con el objetivo último de convertirse en una futura mano de obra de mayor calidad está imbricado en el propio nacimiento del aprendizaje por competencias, y ha permanecido casi inmutable pese a la situación de la propia Unión Europea, cada vez menos unida y más claramente inoperante en materia económica. La actual situación del mercado laboral y de la propia Unión Europea creo que bien merecen un replanteamiento de ciertos aspectos que se pretenden solventar en las aulas y que de nada servirán si las cosas no cambian en el ámbito político y laboral. Por poner sólo un ejemplo, más que una competencias relacionada con el espíritu emprendedor nuestros jóvenes necesitan un marco legal que ampare sus derechos como trabajadores y un apoyo institucional que haga realista y no sólo temerario el que se planteen iniciar su propio negocio.