El aprendizaje basado en competencias es un tema controvertido en el ámbito educativo. Por una parte, los docentes creen que no es más que una forma distinta de nombrar lo mismo que han estado realizando hasta el momento, y que este cambio está sujeto a caprichos políticos, sin ser conscientes de la transcendencia que implica este nuevo paradigma y su aplicación en las aulas. Y mucho menos, son conocedores de su desarrollo histórico y de que, en realidad, es una nueva propuesta educativa que nace como una de las principales políticas supranacionales desde la Unión Europea y que pretende ofrecer una respuesta a las demandas de la sociedad actual y futura, independientemente del partido político que gobierne en España.

Por otra parte, no se percibe este nuevo paradigma como algo estable y duradero, que  ha venido para quedarse y el profesorado no está lo suficientemente sensibilizado para implicarse en cambiar sus prácticas docentes y volcarse en su formación de forma inminente. Es más, ni siquiera desde las Universidades (formadora de futuros docentes) se están produciendo los cambios necesarios para tal fin. Lo que sí que es realmente alarmante, porque intentar mejorar algo que goza del estatus de seguridad, porque es lo conocido y lo que siempre se ha hecho, y le confiere al individuo un estado de confort, es muy difícil, pero es negligente seguir formando docentes con sistemas educativos sin futuro y que están en pleno proceso de cambio. Es como intentar fortalecer los muros estructurales de un edificio porque con el tiempo se han ido haciendo reformas en sus pisos que requieren de nuevos resortes y seguir realizando nuevas construcciones con esos mismos muros sabiendo que deben ser reparados porque no servirán en un futuro. Esto es impensable, pues en el ámbito educativo es una realidad.  No parece que se esté facilitando el cambio, los mensajes que se transmiten son muy contradictorios y generan, como cualquier contradicción, desconfianzas y dudas que no permiten vislumbrar la necesidad de enseñar por competencias, ni avanzar en esa dirección.

Como directora de un centro educativo público siento que ésta es la visión del 95% del profesorado que configura la plantilla de mi Centro y nos está costando mucho a los equipos directivos hacerles caer en la cuenta de que las características del momento histórico y social que nos ha tocado vivir, requiere de nuevas  metodologías, para las que no tienen formación y que son necesarias para que nuestro alumnado esté preparado para las demandas del mundo laboral y social actual y futuro. Vivimos en una sociedad basada en el conocimiento, en la que los cambios se producen a un ritmo vertiginoso y que nos exige preparación para reinventarnos cada día y adaptarnos a la inestabilidad de los hechos que van sucediendo y que son imposibles de frenar. Es un ritmo evolutivo tan rápido el que estamos experimentando, con la globalización, el multiculturalismo, las tecnologías de comunicación, etc., que debemos estar preparados no solo para los retos de hoy sino para los retos del futuro.

A mi juicio, necesitamos un cambio urgente. No debemos mirar hacia otro lado y seguir con un sistema educativo obsoleto, anticuado y anacrónico para nuestro tiempo y que para nada responde a las demandas sociales actuales y, mucho menos, futuras. En este sentido, desde el ámbito político se debe apoyar la formación adecuada de los docentes, empezando por su formación inicial en las Universidades y, al mismo tiempo, invertir en la formación permanente de aquellos profesionales que están en activo. Además, también se requiere de una gran inversión en recursos, tanto materiales como personales, favoreciendo la enseñanza con disminuciones de ratio que de verdad permitan la atención a la diversidad, necesaria para ofrecer esa educación de calidad a las que las leyes educativas, habidas y por haber, aspiran.   

En definitiva, tenemos un gran reto ante nosotros que requiere de mejoras tanto en la conceptualización del concepto como en su puesta práctica. Para ello, debemos aunar esfuerzos desde todos los sectores implicados y corregir todos los errores que hasta la fecha han creado una cortina de humo que ha sido, en cierta forma, la responsable de que los docentes crean que el aprendizaje por competencias sea un capricho de nuestros políticos que no dejan de marearnos y cada uno que entra intenta cambiar lo que ha hecho el anterior, independientemente de que el cambio sea para mejorar o para empeorar.   

Yo quisiera contagiar mi entusiasmo al resto de mis compañeros  y que de alguna manera se ilusionasen por querer hacer las cosas mejor, asumiendo su responsabilidad en el diseño de la enseñanza  y contribuyendo al aprendizaje de aquellas competencias clave, por parte de nuestros alumnos, que son las que en su conjunto serán necesarias para que puedan seguir aprendiendo a lo largo de sus vidas llegando a un estado de plenitud vital.