1.1. ENSAYO CRÍTICO SOBRE LAS COMPETENCIAS CLAVE, SUS ORÍGENES Y SUS IMPLICACIONES EN LA PRÁCTICA DOCENTE

Ana García
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En principio el paradigma de las competencias clave me parece muy interesante, en la medida en que supone una manera de entender el proceso de aprendizaje no como una acumulación de conocimientos (cuantos más, mejor), sino como una especie de kit de herramientas básicas para desarrollar el aprendizaje a lo largo de la vida. Si se me permite la metáfora, cuando hablamos de que alguien "tiene la cabeza bien amueblada", queremos decir algo así como que ha adquirido esas competencias: no se trata de que tenga muchos "muebles" (datos, conceptos, destrezas concretas, etc.), sino los necesarios, pero que estén bien elegidos y que sepa aprovecharlos al máximo para lo que en cada momento necesite; que sepa, incluso, pedir muebles prestados cuando no se arregla con los propios, o adquirir muebles nuevos cuando los anteriores no sirven o resultan insuficientes.

En mis experiencias, tanto estudiantil como docente, en el sistema educativo, he constatado que los contenidos, sean del tipo que sean (conceptos, habilidades, incluso actitudes, cuando no se han interiorizado verdaderamente), se olvidan; por eso creo que no se justifica el ingente esfuerzo que a veces requiere aprenderlos. En cambio, creo que las competencias adquiridas son como andar en bicicleta: nunca se olvidan. Por eso me atrae el trabajo en esa dirección.

De hecho, desde que soy profesora he pensado bastantes veces en qué me aportó mi experiencia como estudiante, para intentar ponerme en el lugar de mi alumnado. Hasta ahora me resultaba difícil expresar qué era eso que yo valoraba de mi paso por el sistema educativo ("el saber manejarme, tanto por el mundo como en el ámbito académico", "saber a dónde tengo que acudir para buscar respuestas", "el amueblarme la cabeza"...) y ahora me doy cuenta de que es, precisamente, la adquisición de las competencias clave que me permitieron y me permiten seguir aprendiendo cada día. Y ello a pesar de que entonces (años 80 y 90) no se aplicaba el enfoque por competencias: su adquisición no era, pues, un objetivo en sí, pero podía ser (por lo menos para algunas personas, quizá privilegiadas, como yo) un afortunado efecto colateral.

Me ha parecido especialmente revelador descubrir la vinculación del enfoque competencial con el de la educación permanente. Considero este concepto esencial no solo en la sociedad contemporánea, como se insiste en el texto, por su extrema mutabilidad, sino en todas las sociedades y en todas las épocas, por dos motivos: por un lado, las personas siempre necesitamos adaptarnos a los cambios implícitos en la vida (distintas fases evolutivas, distintos trabajos, establecimiento y ruptura de relaciones sociales, incluso desastres y situaciones límite); por otro lado, no creo que se pueda llevar una existencia plena sin aprender algo nuevo todos los días.

Por el contrario, algo que me puso alerta al leer los paquetes de contenido IMS fue el talante un tanto utilitario e incluso empresarial que me pareció detectar (p. ej. en la concreción de la competencia en CEC se menciona como una destreza "determinar y realizar las oportunidades sociales y económicas de una actividad cultural", cuya inclusión solo se puede explicar desde ese punto de vista). Me ha alegrado comprobar que el artículo "Competencias clave como tendencia de la política educativa supranacional de la UE" se menciona precisamente este peligro, vinculado al origen del enfoque por competencias.

Tampoco me convence una cierta autocomplacencia con el sistema establecido en nuestras sociedades occidentales capitalistas, que no se invita a cuestionar ni criticar. Se mencionan como ya conquistados ideales como la libertad de expresión o la igualdad, que creo que todavía no hemos conseguido, a pesar de disfrutarlos, efectivamente, en mayor medida que en otros lugares del planeta. Además, términos como "sociedad del conocimiento" o "desarrollo sostenible" me parecen discutibles o mejorables, por distintos motivos.

En cuanto a cómo afectaría (afectará) el paradigma de la competencias clave a mi trabajo en clase, creo que lo hará de manera muy profunda, como se señala en el artículo mencionado, aunque aún no sé exactamente cómo. Sinceramente opino que gran parte del profesorado todavía seguimos empleando el mismo enfoque centrado en los contenidos (con algún ligero retoque para darle una apariencia más moderna) que recibimos como alumnos en nuestra etapa escolar. En muchos casos, no porque confiemos en su idoneidad, sino porque no nos enseñaron a enseñar de otra manera.

Yo espero aprender, por lo menos a empezar a cambiar, en el presente curso de formación.