Las competencias clave nacen para dar respuesta a la descontextualización de los
aprendizajes que se adquieren en la formación profesional de los distintos sistemas educativos
Europeos. La globalización y la gran variedad de nuevos y diversos trabajos que existen, aparecen y
aparecerán en el futuro crea la necesidad de dotar a los futuros ciudadanos de la unión europea de
capacidad para aprender a aprender y poder adaptarse y reciclarse en su trabajo mediante una
formación continua. Esto motiva un debate en el seno de la unión europea que desemboca en la
promoción de las competencias clave en los estados miembros de la unión que deben actualizar sus
sistemas educativos para dar cabida al trabajo por competencias, dando así respuesta a estos
problemas. Estas instrucciones son recogidas por el estado español que adapta el trabajo realizado
por la comunidad europea denominándolas competencias básicas en lugar de competencias clave y
reformulándolas.
En la LOE y la LOMCE se incluyen las competencias, básicas según la LOE y clave en la
LOMCE. La aparición de este nuevo elemento provoca que el desarrollo curricular de las diferentes
áreas se deban adaptar a la aparición de las competencias. Lo cual puede desencadenar dos
situaciones por parte de los equipos docentes:
- Mantener la programación y añadir las competencias.
- Cambiar la programación tomando las competencias como base para desarrollarla.
Si se toma la primera opción las competencias no suponen ningún cambio, ya que una
programación por competencias bien realizada afecta directamente a la programación de aula y
busca otorgar de un sentido a las actividades que debe realizar el alumno que deben de estar
encaminadas hacia la elaboración de un producto o tarea.
Las últimas reformas educativas, tanto la LOE como la LOMCE, incluyen las competencias
como base para realizar la concreción curricular, pero ambas leyes siguen manteniendo la estructura
de objetivos y contenidos, con lo que corremos el peligro de caer en la primera opción,
considerando las competencias como un añadido mas a nuestras programaciones.
Por otra parte, la LOMCE sigue estableciendo la misma estructura cerrada de asignaturas
que se deben tratar de forma diferenciada y con un tiempo determinado a cada una de ellas. Esta
estructura supone un problema a la hora de trabajar las competencias, puesto que estas afectan de
forma transversal a todas las áreas del currículum y seria mas conveniente trabajar de forma
globalizada y flexible. Este carácter transversal afecta a los equipos docentes que trabajan con un
grupo de alumnos a la hora de elaborar y ejecutar la programación, puesto que esta exige una gran
coordinación entre los maestros que quieren trabajar de forma multidisciplinar.
Finalmente el desarrollo de las programaciones por competencias se encuentra con un
escollo difícil de superar, que son los intereses de las editoriales que desarrollan los libros de texto.
Estas editoriales han incluido las competencias en las programaciones y no han desarrollado
programaciones a partir de las competencias, aprovechando así la misma estructura de las pasadas
ediciones de los libros de texto. Esto supone que los maestros debemos utilizar los libros como un
apoyo a nuestra programación y no una guía sobre la que la basamos, dejando de lados muchas
actividades e incluso gran parte de la cantidad ingente de contenidos que se trabajan, ya que no hay
tiempo para trabajar todos los contenidos que desarrollan los libros de texto integrándolos en una
programación por competencias.
La inclusión de las competencias afecta a la hora de programar las clases, es esencial abrir
las áreas curriculares y trabajar partiendo de retos y proyectos que sean atractivos para los alumnos
y que pueden ser abordados desde las diferentes asignaturas, combinando tanto trabajos
individuales como trabajos en grupo, modificando así la parte de la programación que mas afecta al
trabajo diario con los alumnos como son las actividades y la metodología.