Mucho estamos oyendo hablar últimamente sobre la educación financiera, cuyas ventajas son claras y se ponen de manifiesto en nuestra vida diaria.

Siguiendo la definición de la OCDE“la educación financiera se refiere a la enseñanza de conocimientos, habilidades, comportamientos, valores y aptitudes que permitan a las personas tomar decisiones financieras informadas y sensatas en su vida diaria.”

Por lo tanto la educación financiera proporciona una serie de conocimientos que han de ser tenidos en cuenta a la hora de tomar importantes decisiones en nuestra vida, como son afrontar la compra de una vivienda, entender el funcionamiento de las tarjetas de débito y crédito, buscar la mejor financiación cuando necesitemos pedir prestado dinero, o invertir en productos financieros acordes con nuestras características personales o nuestra aversión al riesgo.

Las personas con adecuadas decisiones financieras tendrán más tranquilidad en su vida, puesto que son capaces de planificar ingresos y gastos, dejando un remanente con el que afrontar imprevistos, o realizar planes de ahorro razonables.

Por otro lado, el conocer los productos financieros que se ofertan por las entidades financieras y el tener en cuenta por ejemplo, los folletos informativos de la CNMV o las recomendaciones relativas al riesgo que se publican periódicamente posibilitan el que podamos elegir aquellos productos que más se adapten a nuestro perfil inversor.

Concluyendo, la educación financiera es clave para vivir mejor en nuestra sociedad actual, nos permite ser más independientes y en palabras de The President's Advisory Council on Financial Literacy consiste en

“la capacidad de utilizar conocimientos y destrezas en la gestión eficaz de recursos financieros, para lograr el bienestar financiero a lo largo de la vida.”