Las competencias clave

Gustavo Blázquez
Àrea de coneixement
Context educatiu
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Las competencias básicas

 

La corriente actual de globalización del mundo en el que vivimos nos lleva a subrayar la importancia de la adquisición de una serie de destrezas que debemos desarrollar a lo largo de nuestra vida. Estas destrezas se deben empezar a trabajar desde edades muy tempranas, en la educación obligatoria, para incorporarnos mejor no sólo en el futuro mundo laboral, sino también integrarnos en esta futura sociedad globalizada, que se ha hecho presente ya en la sociedad actual y que está en un cambio continuo, por lo tanto, en una evolución constante, muchas veces, a velocidad de vértigo.

Para hacer frente a este cambio, se han puesto en marcha diferentes proyectos tanto a nivel europeo como mundial, implicándose diversos organismos internacionales, que pretenden desarrollar las competencias básicas como factor clave a adquirir, desde las escuelas de Educación Infantil hasta la Universidad. La definición o elección de dichas competencias ha generado y sigue generando multitud de debates para llegar a definir cuáles son las adecuadas y como se deben medir en cada caso.

Durante las últimas tres décadas se ha estado debatiendo continuamente cuáles debían ser las competencias básicas a desarrollar, una discusión que se ha llevado a cabo a través de múltiples organismos internacionales como la OCDE, UNESCO, Parlamento Europeo, etc. En ellos se ha llegado a ciertos acuerdos, haciendo ciertas recomendaciones a los responsables educativos de los países miembros de dichas instituciones, para que las adopten en sus políticas educativas. Estas recomendaciones se han hecho efectivas en la mayoría de los países, aunque no siempre con la misma celeridad y rigor, bien por problemas de implantación, problemas económicos, de consenso interno dentro de cada país o bien por problemas de adaptación de dichas competencias a la hora de traducir el término a la lengua materna de cada nación, lo que en ocasiones, también ha generado problemas y debates por confundir el término competencia con habilidades y no llegar a un acuerdo en la especificación exacta del término en cuestión.

El término competencia está prácticamente integrado en los diferentes países, a pesar de los problemas que han surgido en el desarrollo las mismas. No es menos importante el hecho de que es un tema de viva actualidad y que genera mucho debate en el ámbito de la comunidad educativa y de su política. Junto con este inconveniente nos encontramos con el problema de la evaluación del nivel de adquisición de las competencias en educación y el cómo se debe evaluar los procesos de aprendizaje del alumnado en las diferentes etapas y niveles educativos, más aún en el caso de nuestro país en el que contamos con una nueva ley de educación.

Dentro de los sistemas educativos, la evaluación es uno de los elementos fundamentales, puesto que la enseñanza de conocimientos, contenidos y competencias por parte de los maestros y profesores a los discentes debe ser controlada de alguna manera para comprobar que los alumnos han alcanzado esos contenidos, conocimientos y competencias.

En la actualidad el debate no solo debe centrarse en la inclusión de las competencias en los modelos de enseñanza-aprendizaje, a través del currículo educativo e introduciendo unas actividades acordes modificándolas en función de la competencia perseguida, sino que se debe llegar a un consenso acerca de cómo evaluar este nuevo enfoque basado en una formación por competencias centrada en el aprendizaje que tanto está dando que hablar en el mundo educativo actual. Es necesario llegar a conseguir unos ítems de evaluación acordes a la medición de cada competencia, que es quizás uno de los campos de la educación actual en el que más problemas han surgido.

La incorporación de los Competencias básicas al currículo exige reescribir el apartado metodológico de las Programaciones didácticas y, sobre todo, reinterpretar las Unidades de trabajo y las prácticas en el aula a través de tareas relevantes para su desarrollo. Para ello utilizaría una metodología centrada en la comunicación, la creatividad y la práctica colaborativa. Así, el trabajo en clase vendría influido por una serie de transformaciones en las actividades habituales. Mi aula se convertiría en redacción de periódico, en una agencia de viajes, en un supermercado…, dando coherencia al conjunto de proyectos.

Por otra parte, la diversificación de las tareas realizadas en su conjunto permitiría promover los distintos estilos de aprendizaje y dar respuesta a todos los alumnos.