Reflexiones sobre el origen internacional del paradigma de las competencias clave de la Unión Europea.

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Reflexiones sobre el origen internacional del paradigma de las competencias clave de la Unión Europea.

 

Las competencias clave para el aprendizaje permanente constituyen un conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes adecuados al contexto. Son particularmente necesarias para la realización personal de los individuos y para su integración social, así como para la ciudadanía activa y el empleo.

Las competencias clave resultan esenciales en una sociedad basada en el conocimiento y garantizan una mayor flexibilidad de la mano de obra, lo que le permitirá adaptarse más rápidamente a la evolución constante de un mundo que se caracteriza por una interconexión cada vez mayor. 

Estas capacidades constituyen también un factor esencial de innovación, productividad y competitividad, y contribuyen a la motivación y la satisfacción de los trabajadores, así como a la calidad del trabajo.

 

Para algunos centros educativos puede que sea un nuevo enfoque en la educación y se implemente de la mejor manera posible, pero todo ello debe llevar un proceso para que se desarrolle de la mejor manera y se le enseñe a los estudiantes a defenderse en la sociedad a la cual deberán enfrentarse en el futuro; tener todos esos conocimientos y llevarlos a la práctica de la mejor manera posible. Ese es el gran reto que debemos asumir.

 

También se menciona las áreas de las competencias claves y estas pueden ser

Personales, cada individuo asimila los conocimientos y los lleva a la práctica cuando se enfrenta a diferentes conflictos.

 Sociales, la sociedad demanda muchas de las competencias que se van adquiriendo a lo largo del aprendizaje.

 Y profesionales aplicarlas en lo laboral, dependiendo el rol que desempeñamos.

En mi trabajo considero que implementar estas competencias es la forma más adecuada, para que los niños y niñas adquieran los conocimientos necesarios para los diferentes problemas que deben enfrentar. 304

Si se da alguna modificación, seria de una forma innovadora para despertar el interés de los estudiantes en los diferentes conocimientos que irá adquiriendo a lo largo de la vida y a la vez sea un aprendizaje significativo, no solo para obtener una nota, sino aplicarlos a los diferentes conflictos que tenga que resolver.

La adquisición de las competencias clave responde a los principios de igualdad y de acceso. Asimismo, este marco de referencia atañe particularmente a los grupos en desventaja, cuyo potencial de aprendizaje se apoyará especialmente. Se trata sobre todo de personas con cualificaciones de base reducida, o que han abandonado pronto los estudios, desempleados de larga duración, personas con discapacidad, inmigrantes, etc.

Los cambios educativos enarbolan un lenguaje pedagógico que sugiere una visión inexistente en el pasado, a ciencia cierta, se recogen tradiciones pedagógicas antes probadas, lo aparentemente novedoso se fundamenta con marcos teóricos de grandes pensadores educativos de antaño. Esto sugiere que no existen modelos educativos que planteen profundos cambios pedagógicos, se esbozan nuevas estrategias didácticas frente a escenarios diversos y la concepción de formación se sitúa bajo nuevas perspectivas de la época en que se gesta, es decir, sólo cambia el escenario y los actores; las filosofías pedagógicas hoy día se hacen y rehacen frente a una base pedagógica ya existente, lo construido en otros momentos históricos se retoma para replantear los modelos educativos actuales.

Es el caso del "modelo por competencias", que es posible rastrear su origen pedagógico e intentar comprender sus lógicas, siempre bajo la mirada educativa, sin negar que toda estrategia educacional lleva consigo una carga política que la enaltece y que se caracteriza por acciones que pueden inclusive contradecir la esencia de lo que se busca.

Con la modernidad el concepto hombre cambia; ciencia y tecnología desplazan las finalidades ontológicas del ser humano por la búsqueda del logos (conocimiento), reconfigura nuevas formas de percibir la realidad. "El dominio de la racionalidad instrumental (como lo dijo Weber) o (como lo articuló Marx) del rol determinante de la economía: las bases de la vida social condujo a una progresiva emancipación de la economía de sus tradicionales ataduras políticas, éticas y culturales" (Bauman, 2000). La institución escolar se erige como centro del conocimiento, emergen pedagogías de diversas tradiciones del pensamiento buscando la configuración del "hombre"; así, el estructuralismo construye su noción mediante pedagogías con una visión reproductiva basado en el instruir e informar, mientras que la llamada escuela nueva transfiere el pensamiento del hombre positivista con un saber actuar, instruyendo en el hacer científico; por otro lado las concepciones existencialista, personalista y comunista transfieren en sus modelos educativos una pedagogía transformadora encaminada a la formación de la personalidad, socialización y liberación del individuo. Todas ellas, conforman grandes tradiciones teóricas pedagógicas bien fundamentadas que se traducen en didácticas educativas, intentando responder a épocas, contextos diferenciados, métodos, técnicas y destinatarios. La escuela se transforma en el aparto ideológico por excelencia ante una complejidad social de gran incertidumbre:

"se cuestiona su función social y la naturaleza del quehacer educativo como consecuencia de las transformaciones y cambios radicales tanto en el panorama político y económico, como en el terreno de los valores, ideas y costumbres que componen la cultura" (Pérez, 1998).

El mundo posmoderno es alcanzado por estas visiones pedagógicas, la idea de superación de lo moderno no es tal, pues se continúa con la concepción racionalista, situándose en el dominio del hombre sobre la naturaleza, rechazando lo humano y su trascendencia. En contraposición del hombre instrumentalista y los métodos conductistas adoptados para su educación, emerge una postura epistemológica llamada "constructivismo".

Esta corriente del pensamiento fundamentada filosóficamente en el humanismo, concibe al hombre como un ser que busca la trascendencia y su autorrealización mediante una escala de valores y un compromiso responsable con los demás, una vivencia en comunidad. Por otro lado, plantea una visión psicopedagógica que entiende a los seres humanos como creadores activos de su propio conocimiento, basados en lo que se sabe, mediante la interacción con otros y el medio. (Pimienta, 2007). El conjunto teórico que nutre al constructivismo va desde Piaget, Vygotsky, Ausubel y Bruner, entre otros, todos coinciden en poner en el centro el aprendizaje, es decir, el estudiante es el principal actor de la acción educativa, es quien vive su propio proceso formativo de manera individualizada y única, y la enseñanza debe concentrarse en crear condiciones y ambientes que faciliten la comprensión. El constructivismo en la educación rechaza las metodologías conductistas, aquellas que definen las formas por las que habrá de transitar conocimiento en el estudiante, así como los métodos memorísticos o de repetición, contrario al esquema de aprendizaje significativo.

Sin embargo, este enfoque educativo constructivista no fue suficiente para contrarrestar el fuerte empuje ideológico de "la globalización", empeñado en homogenizar y estandarizar al individuo; la depredación cultural que hace este modelo económico socava la identidad de las personas; la conquista del mercado presupone un asalto a las ideas, a la forma de pensar, inclusive a las formas de ser, gustos e intereses, con una sola bandera "lo económico". Cambia el concepto hombre; satisfacción de vida y felicidad de la persona se constriñen a lo material; la homogenización marca la pauta en la construcción de las ideas a través de los medios; las subculturas ganan adeptos en cuanto al nuevo modelo de felicidad planteado desde lo mercadológico; el "hombre economicus", deja como secuela la deshumanización:

"es un mito global que las sociedades que llegan a industrializarse, alcanzan el bienestar, reducen sus desigualdades extremas y facilitan a los individuos el máximo de felicidad. Esa concepción tecnoeconómica ignora los problemas humanos de la identidad, de la comunidad, de la solidaridad, de la cultura" (Morin, 2006).

El modelo del constructivista queda soslayado al surgir nuevos actores que se empeñan en plantear las necesidades de la educación en este gran escenario global bajo una mirada económica. Los intereses económicos del capitalismo mundial son impuestos como "tabula rasa"  por organismos hegemónicos que plantean políticas educativas que no precisamente buscan la trascendencia en el ser humano, estos actores llamados OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), BM (Banco Mundial), FMI (Fondo Monetario Internacional) han puesto la educación bajo una sola noción de "calidad," y derivado de esto el estándar y alto desempeño son los rasgos más importantes para entender al hombre educado.

Esta sería una lógica consecuente de la era global si el "hombre economicus" fuera altamente materialista y deshumanizado por la estructura social dispuesta donde la formación requerida debería ser altamente instrumentalista, centrada sólo en la pasividad conductual más que en la posibilidad de la comprensión y reflexión, pero la pedagogía llama a lo contrario; siempre apegándose a la naturaleza del ser humano y sus cualidades (ser pensante con emociones), a la formación integral del individuo.