Competencias clave: reflexiones iniciales

Fernando García
Competencias clave: reflexiones iniciales
Àrea de coneixement
Context educatiu
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Lo primero que me llama la atención sobre las competencias clave, es su origen no educativo. En este primer momento, parece que el objetivo de la introducción de las competencias en el sistema educativo no es otro que el de poner la educación al servicio de los procesos productivos. Sin embargo, con el transcurso de los debates y las diferentes propuestas presentadas, el término competencia comienza a virar hacia el verdadero protagonista de su trascendencia como paradigma educativo, el alumno. La última frase del texto de Valle y Manso (“favorecer la plenitud vital de las personas”) me parece muy acertada, y debe ser la visión a seguir con la introducción de las competencias clave, o cualquier otro paradigma que surja en los años venideros.

Me asaltan dudas al pensar en las sutiles modificaciones que muestran los autores entre las directrices de la Unión Europea  y los textos normativos españoles que deben trasladar a nuestro sistema educativo estas directrices. En un primer momento, pensaba que sólo era cuestión de terminología, o de una mala traducción, pero al comprobar que estas modificaciones también afectan a la enumeración de las propias competencias, y al sentido mismo del concepto de competencia (al equiparar estas a conocimientos, destrezas, actitudes…) no llego a comprender la razón de estas diferencias. Desconozco quien redacta o crea las leyes educativas en nuestro país, pero no parece que la involucración de educadores o pedagogos sea mayor que la de un mero asesoramiento. Sin entrar en el debate de la necesidad del gran pacto para la educación en nuestro país, las incoherencias de algunas partes de nuestras leyes educativas desaparecerían si estas fueran redactadas por verdaderos expertos en la materia y sin la injerencia de otro tipo de intereses.

Yo trabajo como docente en ciclos formativos de formación profesional, por lo que estoy habituado a trabajar con competencias profesionales, personales y sociales a través de los objetivos planteados en los títulos que establecen los diferentes ciclos, y que llegan a los alumnos en forma de los resultados de aprendizaje de los distintos módulos que configuran cada título. Por tanto, cada uno de los títulos de formación profesional tiene sus propias competencias profesionales, personales y sociales, y no se habla en ningún momento de las competencias clave (ni siquiera de competencias básicas). Se supone, pues, que los alumnos que cursan formación profesional, de grado medio y superior, tienen plenamente adquiridas estas competencias clave. La realidad me ha demostrado que, en numerosas ocasiones, los alumnos que se inician en un grado medio de formación profesional, muestras muchas carencias en cuanto a estas competencias se refiere. Es entonces cuando surge el dilema de si en formación profesional se deben trabajar las competencias básicas o no. El texto apunta muy acertadamente la solución a este dilema. Si hablamos de competencias básicas (en un sentido estático del aprendizaje), podemos decir que los alumnos que después no demuestras estas competencias, pueden ser capaces de volver a demostrarlas, como en su día hicieron al obtener sus títulos de educación obligatoria. Pero si estamos hablando de competencias clave, donde de lo que se trata es de dotar a los alumnos (a las personas) de herramientas para poder desenvolverse en este mundo a lo largo de toda su vida, las enseñanzas de formación profesional no deben vivir ajenas a ellas cuando los alumnos no las demuestren. La obligación del docente es ayudar a consolidar las competencias clave que el alumno no ha logrado afianzar, dentro del contexto de aprendizaje para toda la vida. En formación profesional se ha de cumplir con los objetivos propios de cada título, pero sin descuidar aquellas competencias, se llamen como se llamen,  que ayudan a alcanzar una educación integral a los alumnos.