Condicionantes formales de la "flipped classroom"

Concepción Blanco

En la presentación del curso "Flipped Classroom" desarrollado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo del 7 al 11 de Julio de 2014, se define "la clase invertida" o “la clase al revés” como "una metodología basada en proporcionar una serie de materiales (documentos, audios, vídeos…,) que el alumnado debe ver en su casa, para posteriormente trabajar de modo activo sobre ello en el aula, acompañado por el profesorado bien de forma individual o colaborativa. Esto permite al docente acompañar a sus alumnos en el momento de enfrentarse a los conocimientos, consiguiendo un aprendizaje más eficaz".

Ya en la definición de la metodología vemos algunos de sus condicionantes:

  • Condicionantes materiales como la necesidad de soportes tecnológicos (diferentes al papel, audios, vídeos…,) a los que no todos los alumnos tienen acceso en casa, por su situación económica. Y la necesidad de contar con materiales adaptados al objetivo de aprendizaje que se pretenda, que no siempre se encuentran, y han de ser “elaborados ad hoc”
  • Condicionantes personales: como la motivación de las familias para implicarse en facilitar esta nueva situación de aprendizaje en casa. Y la motivación y la capacidad de los alumnos para realizar aprendizajes autónomos (en el nivel de Primaria en que yo trabajo, resulta más difícil porque, en cursos previos, aún no han adquirido herramientas básicas para desarrollar este auto-aprendizaje)

Pero, más allá de estos condicionantes, existen otros, de índole formal, que son esenciales a la hora de poner en práctica una metodología innovadora: el nuevo rol del docente y la formación necesaria para aplicarla con visos de éxito en modelos de organización escolar encorsetados. Es aquí donde entran en juego tres aspectos dignos de reflexión:

  1. La formación inicial del profesorado: Dato: de los ocho alumnos de Magisterio que realizan actualmente sus prácticas en mi colegio, ninguno ha trabajado esta metodología durante su formación universitaria. Difícilmente podrán ponerla en práctica, pues es sabido, que muchos docentes tenemos tendencia a enseñar con los métodos con los que hemos aprendido.
  2. La formación permanente del profesorado: Datos: de las once actividades de formación del profesorado propuestas por la asesoría de primaria en el CTIF Madrid-Este, ninguna incluye contenidos sobre esta metodología. Dato: de las cinco actividades propuestas por otras asesorías, relacionadas con la creación de recursos REA o con experiencias en esta metodología, dos han sido canceladas por falta de solicitudes. Es difícil despertar el interés del profesorado por cambiar sus métodos cuando no se impulsan desde entidades formativas de crédito, no se integran en sus especialidades docentes (se relegan a la formación en TIC) y no se le facilitan modelos y oportunidades para comprobar su eficacia.
  3. La rigidez de la organización escolar y del currículum: el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria, mantiene que “El rol del docente es fundamental, pues debe ser capaz de diseñar tareas o situaciones de aprendizaje que posibiliten la resolución de problemas, la aplicación de los conocimientos aprendidos y la promoción de la actividad de los estudiantes”. Es un llamada a convertir al profesor en un “gestor, facilitador” del aprendizaje de los alumnos, pero, por ejemplo, en Matemáticas, ni las recomendaciones metodológicas ni los estándares de aprendizaje con que luego van a ser evaluados los alumnos, estimulan el uso de una metodología innovadora para desarrollar sus competencias básicas como: “Competencia digital”, “Competencia para aprender a aprender” y “Sentido de iniciativa y espíritu emprendedor”. Nos remiten, más bien al uso de una metodología tradicional para que “Ciertas cuestiones, como son las tablas de multiplicar, los algoritmos de las operaciones aritméticas, las formas geométricas o las reglas para el cálculo de perímetros, superficies y volúmenes, deberán practicarse hasta conseguir que se conviertan en automatismos seguros, exactos y precisos”. Tampoco es habitual, o no está sistematizado que los profesores del mismo centro, nivel, o área, trabajen de manera colaborativa para unificar aspectos metodológicos y nuevas formas de organización del aula, por lo que la inercia de los centros es difícil de vencer.

Es un reto que los profesores aprendamos a construir los materiales didácticos necesarios, a buscar los recursos y a usar las tecnologías de la información y la comunicación para diseñar las dinámicas de trabajo dentro y fuera del aula. Afortunadamente van proliferando experiencias que nos animan a intentarlo.

Os invito a visitar el blog de Alfredo Prieto Martín quien, además, se atreve a decir que “los alumnos aprenden mucho más y mejor de esta manera invertida que cuando empleamos la metodología tradicional”. Démosle un voto de confianza y ¡probemos a flippear nuestras clases!

Conchi Blanco