Es sin duda, el patio conventual gótico más bello de España. Obra de Guas, Simón de Colonia, Enrique y Antón Egas entre los siglos XV y XVI. Compuesto por cuatro alas abiertas a un patio a través de grandes ventanales de tracería flamígera, bordeados por un friso con decoración vegetal y animal. Con dos plantas bien diferenciadas tanto por el trazado de los vanos y su decoración, como por las cubiertas. La bóveda de este claustro bajo es de crucería, con la particularidad de que los nervios no se cruzan en las claves. Éstas quedan exentas, formándose rombos en la parte superior de la plementería. Nuevamente estamos ante un dato de mudejarismo, entroncando con la innovación califal de la bóveda de la maxura cordobesa de tiempos de al-Hakán II. Pero lo más destacado desde el punto de vista iconográfico es el muro, decorado con cenefas vegetales a modo de alfiz, dejando espacio para pinturas y esculturas.