Misticismo y simbolismo y la relación entre la música y la religión

JOSE LUIS LOPEZ
Misticismo y simbolismo y la relación entre la música y la religión
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Si bien es cierto que la información accesible es insuficiente para permitir la generalización o el análisis sistemático, es lo suficientemente abundante como para demostrar que la música es tan diversa en sus mitos de origen como en cualquiera de sus otros aspectos. Se ha llegado a pensar que la música se origina en un poder divino primordial, tal y como en el nāda-brahman (Dios como un sonido) del hinduismo, o en los esfuerzos y descubrimientos de personajes bíblicos humanos como Jubal y su padre Lamech, los cuales son mencionados brevemente en las tradiciones judías eislámicas (Ver Génesis 4:21), o en las leyendas chinas como las de Fuxi y Huangdi, los descubridores de la música y sus bases matemático-cosmológicas.

 

La música también podría jugar un papel cosmogónico en el origen o mantenimiento del mundo, tal y como se evidencia en el tambor y danza cósmica del dios hindú Śiva Nataraja o en las historias populares acerca de dioses que "cantan" sus creaciones y criaturas para traerlos hasta la existencia.

La creación de piezas e instrumentos musicales individuales podría implicar el contacto con lo divino. En la búsqueda de la visión, los indios de las llanuras salían solos al desierto para ayunar y encontrar mensajes divinos que serían revelados en canciones, los cuales traerían de vuelta para mejorar la vida religiosa y musical de la comunidad.

La búsqueda de los chamanes asiáticos de un tambor podría llevarlos al centro del mundo y al comienzo del tiempo, así como el sueño de las canciones de los aborígenes australianos podría proporcionar un portal hacia el sueño primordial.

La creación musical podría incluso moverse en la dirección opuesta, yendo del mundo humano al divino, como en el caso del compositor tibetano Milaraspa (1040–1123), cuyas canciones se dice que fueron "importadas" al cielo por las diosas mkha '' gro ma, las cuales, al igual que sus contrapartes encontradas en otras religiones, llenan los cielos budistas tibetanos con su música.

La idea de que la música originalmente pertenecía a "otros" lugares, tiempos, personas o entidades se halla en muchos mitos, a veces con connotaciones de conflicto y conquista, como ocurre en las leyendas sudamericanas y melanesias acerca del robo de flautas sagradas perpetrado por hombres, quitándoselas a las mujeres que originalmente las poseían.

Sin embargo, el descubrimiento o la creación de la música suele ser más frecuentemente una experiencia alegre o extática, como ocurre en muchas piezas vocales e instrumentales y danzas religiosas del budismo tántrico que son vivenciadas en sueños y meditaciones como si fueran actuaciones celestiales, que luego serían reconstruidas por la persona para su utilización en el mundo humano.

La historia de Handel acerca de cómo vio a Dios y a sus ángeles componiendo el coro de “Aleluya” (sin mencionar las experiencias religiosas que el coro continúa evocando en muchos de sus intérpretes) podría indicar la viabilidad de tales conceptos incluso en aquellas culturas que favorecen las ideas de la composición humana de la música por encima la creación divina y que tienden a conceptualizar la “inspiración de la música” en términos más seculares.

Las creencias específicas en la música acerca de que nos llega de otras dimensiones y seres podrían ser un caso especial de una creencia más general en la alteridad o de la naturaleza extraordinaria de la experiencia musical humana.

Esas creencias no suelen tener sus raíces en percepciones simples de la música como un fenómeno extraño y desconocido, siendo que en la mayoría de los casos parecen basarse en el reconocimiento de la belleza y el poder de la música. Por lo mismo, incluso cuando algunas tradiciones condenan la música, están realmente condenando aspectos de ella que otras tradiciones consideran dignas de elogio: la música activa un fuerte atractivo en los humanos, los espíritus o los dioses; estimula la participación sensual, corporal y mental, etc.

¿Acaso el poder de la música proviene de sensaciones físicas de respiración, movimiento y vibración? ¿De cogniciones de proporción y simetría tan inesperadas y fortuitas en el ámbito auditivo como lo son las matrices geométricas en la naturaleza? ¿O vendrá de asociaciones condicionadas social y culturalmente? ¿Existe una explicación o hay causas separadas para diferentes tipos de músicas y experiencias?

Independientemente de la respuesta, la música estimula, intensifica y  transforma casi cualquier experiencia en algo que se siente no solo como diferente sino también como algo mejor de una manera que podrían eludir el análisis y el control precisos, pero que, aun así, son evidentes tanto para los participantes como para los observadores.

Es a través de este poder transformador en el que la música se parece a la religión; y cuando los esfuerzos de la música y la religión se centran en el mismo objeto en una adaptación isofuncional de ambos hacia un significado y una meta comunes, la intensificación alcanza un pico mucho mayor de lo que cualquiera de las dos podría haber alcanzado por sí sola. Por lo mismo, la "alteridad" de la música y los "otros" niveles de realidad y seres encontrados en la religión se funden en una síntesis más elevada de la experiencia religioso-musical. La posibilidad de tal síntesis puede ayudar a explicar el aspecto de la música en la religión que generalmente llamamos simbolismo.