Algo de reflexión sobre la evaluación de la competencia digital, las rúbricas (con una incluída) y otras malas hierbas

Carmen Fernández

Dos por uno; en el post adjunto la rúbrica solicitada como reto de la Unidad 5 y de paso reflexiono al respecto hasta decir basta, aunque no necesariamente sea de lo más acertado o completo.

Aludir a la evaluación (sea de lo que sea), es meterse en terreno pantanoso, y la mayoría nos debatimos entre la quietud que retrasa el hundimiento o el pataleo que consideramos justo pero que igualmente no ayuda, sino que acelera. Metáforas aparte, queda bastante consensuado que la evaluación debe ayudar a la mejora, ser formativa, continua de verdad, incluso cómplice.

La cuestión es que mientras ese consenso que existe en ciertos niveles o grupos relacionados con la educación no sea generalizado entre TODOS los colectivos que componen la comunidad educativa, la situación sigue moviéndose poco, y se mantienen estereotipos tales como equiparar o peor, priorizar, la calificación sobre la evaluación.

Una educación diferente requiere de una evaluación diferente: en cuanto a planteamiento general, agentes implicados, proceso, criterios e instrumentos. Hay que erradicar de una vez por todas esas connotaciones de premio o castigo tan extendidas y autorreforzadas. Y para poner en marcha todo esto hace falta ganas, paciencia, tesón y una perspectiva amplia que no se contente con cambios menores ni se amilene con posturas que tienden a ridiculizar todo lo que no comparten o entienden (me acuerdo de los chistes en la Sala acerca de las competencias básicas o claves, seguidas inmediatamente por lamentos más o menos justificados).

Hace falta consenso, y para ello es necesario abrir debates, desde la base, con asesoramiento, abiertos, participativos y usando medios adecuados a los tiempos que vivimos.