El origen internacional del paradigma de las Competencias Clave de la Unión Europea

María Isabel Leal

Una vez leído el artículo Competencias clave como tendencia de la política educativa supracional de la Unión Europea de J.M. Valle, J.M. y  J. Manso, entiendo que el origen internacional del paradigma de las competencias clave de la Unión Europea nace como una respuesta educativa práctica que respondiera a las exigencias de una sociedad actual multicultural, tecnológica y globalizada.

La intención primordial era establecer un equilibrio entre las reformas educativas planteadas en el terreno político y las verdaderas innovaciones educativas, para acabar con la incredulidad en la eficacia de los sistemas educativos por considerarlos más ligados a estrategias políticas que a verdaderos modelos educativos eficaces.

La educación europea se entiende como un marco educativo que va más allá de unas meras propuestas políticas o pedagógicas, sino que estaría basada en un plan de desarrollo práctico, planificado para un tiempo factible y que estaría  sometida a un seguimiento continuo para corregir los posibles inconvenientes que fueran surgiendo en su desarrollo. El principal objetivo sería ofrecer al alumnado una preparación diversificada para poder desenvolverse en la nueva sociedad a la que se enfrenta.

Se propone un modelo de aprendizaje permanente,  a lo largo de la vida, y basado en la adquisición de competencias claves como el conocimiento en sí, habilidades para desarrollar esos conocimientos y actitudes para aplicarlos en un contexto cívico, plural y democrático.

Las competencias claves serían ocho: dos de ellas están ligadas a la comunicación oral y escrita tanto en lengua materna como en lengua extranjera, lo que supone una implicación supranacional del concepto de comunicación lingüística; por otro lado, se unen la competencia matemática, científica y técnica, así como sucede en la práctica de la vida real; la competencia digital, fundamental para la supervivencia en la sociedad del siglo XXI; competencia cívica y social y de sentido y expresión cultural; el saber aprender a aprender, imprescindible en una sociedad plagada de información donde hay que sabe discernir qué es lo realmente importante; el sentido emprendedor y la iniciativa, que da una dimensión práctica orientando la educación a la posterior integración en el mundo laboral. Como bien indica el artículo, “las competencias clave suponen, pues, tres áreas de realización para los educandos: personal, social y profesional”.

Sobre cómo afectaría la aplicación el modelo educativo por competencias a mi trabajo, estimo que toda reforma que no quede en una simple oratoria y que realmente muestre un esfuerzo conjunto de estudio real sobre la educación en el aula y las modificaciones para su mejora, siempre sería bienvenido. Quizás lo que más me preocupe sea lograr el equilibrio entre la individualidad cultural de cada pueblo y la globalización, o la posibilidad del desarrollo de igualdad en la competitividad laboral cuando los países de la UE no son para  nada uniformes.